Medita En
El Señor es mi pastor; tengo
todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a
arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así
da honra a Su nombre. (Salmos 23:1–3, NTV)
Cuando
yo era un creyente joven, escuché a un predicador decir: “Para atraer a sí
mismo a un cordero extraviado, un pastor le romperá las piernas a su cordero. Cuando este no sea capaz de caminar, él curará
al cordero para que recupere su salud. Una
vez que esté sano nuevamente, el cordero se apegará a él”. ¡Esa aterradora imagen de un pastor se quedó
grabada en mi cabeza por muchos años!
Un
día, tuve la oportunidad de preguntarle a un verdadero pastor si esa historia
era cierta. Horrorizado, el pastor respondió:
“¡Eso no tiene sentido! ¿Qué clase de
pastor haría eso?”
Lamentablemente, hoy hay
personas que todavía creen estas tonterías. Amado, Jesús
es nuestro buen pastor. (Ver
Juan 10:11) Cuando Él es tu pastor, tú
no vas a querer nada. Él es tu provisión
para todo lo que necesitas. Él no te “rompe
las piernas”. En cambio, ¡Él te lleva a lugares de descanso,
refresco, sanidad y renovación de fuerza!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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