Medita En
Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego de
nacimiento. —Rabí, ¿por qué nació ciego este hombre? —le preguntaron Sus discípulos—. ¿Fue por sus propios pecados o por
los de sus padres? —No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres —contestó
Jesús—. Nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en él. Debemos
llevar a cabo cuanto antes las tareas que nos encargó el que nos envió. Pronto
viene la noche cuando nadie puede trabajar, pero mientras estoy aquí en el
mundo, Yo Soy la luz del mundo. Luego escupió en el suelo, hizo lodo con la
saliva y lo untó en los ojos del ciego. Le dijo: «Ve a lavarte en el estanque
de Siloé» (Siloé significa «enviado»). Entonces el hombre fue, se lavó ¡y regresó viendo! (Juan 9:1–7,
NTV)
Me encanta cómo nuestro Señor Jesús es un Dios tan amoroso y práctico. Cuando hay un problema, Él va directo a la solución.
Antes de que Jesús
interviniera para sanar al hombre que había nacido ciego, la atención de Sus
discípulos fue capturada respecto a descubrir el pecado de quién había hecho
ciego al hombre. ¡Jesús, por otro lado, solo estaba interesado en usar Su poder para
darle al pobre hombre la vista!
De la misma manera en que
Jesús no fue distraído por el “juego de
la culpa”, es la manera en la que Él quiere que tú lo hagas. Así que no preguntes qué pecado o de quién es
el que causó tu enfermedad. Olvídate de
lo que deberías o no deberías haber hecho, o por qué sucedió. En cambio, ocúpate de tu solución —¡Jesucristo, quien por medio de la cruz eliminó
todos los pecados de tu vida, y quien quiere hacer un milagro en tu cuerpo!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
No hay comentarios:
Publicar un comentario