Medita En
“Allí Me encontraré contigo y te hablaré desde encima de la tapa de
la expiación”. (Éxodo 25:22)
En los tiempos del Antiguo
Testamento, una vez al año, en Yom Kipur
o el Día de la Expiación, el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo y
rociaba la sangre de un animal inocente encima de la tapa de la expiación –el propiciatorio.
Después de que la sangre del sacrificio
era rociada sobre la tapa de la expiación, todo lo que Dios veía del arca del
pacto era la sangre, y ya no la
rebelión y faltas del hombre. Sin
embargo, bajo el antiguo pacto, la sangre de los sacrificios de animales solo
cubría los pecados de los hijos de Israel durante
un año. Lo que sucedió en Yom Kipur fue solo una sombra. Nuestro
Señor Jesús es la sustancia. ¡Él es el Cordero de Dios que quita los
pecados del mundo, y Su sacrificio en la cruz fue una vez para siempre! (Ver
Juan 1:29, Heb. 9:12)
En Éxodo 25:17–22, el
Señor le dijo a Moisés: “Después haz la
tapa del arca —el lugar de la expiación— de oro puro… Luego forma dos
querubines de oro labrado a martillo y colócalos en los dos extremos de la tapa
de la expiación… de modo que formen una sola pieza de oro con la tapa. Los
querubines estarán frente a frente, mirando hacia la tapa de la expiación; con
las alas extendidas por encima de la tapa para protegerla. Coloca dentro del
arca las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto que te
entregaré. Luego pon la tapa de la expiación encima del arca. Allí me
encontraré contigo y te hablaré desde encima de la tapa de la expiación, entre
los querubines de oro que están suspendidos sobre el arca del pacto. Desde allí
te daré mis mandatos para el pueblo de Israel.”
¿Desde dónde hablará
el Señor? Desde encima de la tapa de la expiación. De eso se trata mi ministerio. Yo estoy predicando desde encima de la tapa de
la expiación, estoy predicando sobre Su
misericordia y Su gracia, sobre Su
sangre derramada y sobre Su obra
terminada. Hay personas que están predicando
desde el tribunal, predican sobre la ley y cómo nos hemos quedado cortos ante
ella. La paga del pecado es muerte. Según la ley, no se puede escapar de la
muerte. Pero este ministerio tiene que ver con la misericordia, la gracia, el favor,
el amor y la protección del Señor.
Bajo la gracia, Jesús murió nuestra muerte en la cruz. Él fue castigado con la muerte que nosotros merecíamos
a causa de nuestros pecados. Él renunció
a Su protección en la cruz, para que nosotros hoy podamos caminar en protección divina. ¡Aleluya! ¿Acaso no llena esto tu corazón de seguridad y paz hoy?
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
No hay comentarios:
Publicar un comentario