recibe pequeños mensajes de gracia todos los días

martes, 7 de septiembre de 2021

La Pieza Central Del Corazón De Dios

 Inspiración De Gracia


No por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de Su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna.  Hebreos 9:12

Una de las cosas que me encanta hacer cuando predico es revelar a Cristo en las Escrituras del Antiguo Testamento.  Es asombroso cómo podemos ver a Jesús revelado en el Antiguo Testamento y lo que cada detalle revela sobre la perfección de Su obra terminada y Su gracia para nosotros.  Es por eso que es tan importante entrar en Su Palabra y tomar el tiempo para meditar en las imágenes o tipos que revelan Su inquebrantable e incondicional amor por ti.

¿Te gustaría ver otro ejemplo de Cristo revelado que hará arder tu corazón dentro de ti?  Entonces mira conmigo la imagen de Cristo que está escondida en el arca del pacto.  En los días del antiguo pacto, Dios habitaba dentro del templo en Jerusalén en el Lugar Santísimo entre los dos querubines que están en el arca del pacto. (1 Sam. 4:4)

Este era el trono de Dios.  El arca era la pieza central de Su corazón y era tan importante para Dios que Él les dio a los israelitas instrucciones muy específicas sobre cómo debía construirse (Éxodo 25:10-22; 37:1-9), porque cada detalle del arca apunta a la persona y a la obra de nuestro Señor Jesucristo.

Por ejemplo, la parte de la caja del arca está hecha de madera de acacia y recubierta con oro.  La madera en la Biblia habla de humanidad. (Isaías 55:12; Marcos 8:24)  La madera de acacia se conoce en Israel como madera incorruptible, así que esto habla de la incorruptible humanidad de Jesús.  El oro en la Biblia habla de divinidad y deidad. (Isa. 2:20; Cnt. 5:11, 14-15)  Así que la madera recubierta con oro habla de la persona de Jesús —Él era completamente humano y al mismo tiempo completamente Dios.

Veamos la tapadera de la caja, que estaba hecha de una losa sólida de oro y cubría la caja.  En hebreo, la tapadera se llama kapporeth, que significa “propiciatorio”.  Dios dijo que Él hablaría con el sumo sacerdote desde el propiciatorio, “de entre los dos querubines”. (Éxodo 25:22)  El propiciatorio también era el lugar donde el sumo sacerdote colocaba la sangre de los sacrificios de animales, solo una vez al año en el Día de la Expiación.  Veamos qué cubría el propiciatorio de la vista.

En el arca se guardaron tres artículos.  El primero eran las tablas de piedra en las que Dios escribió los Diez Mandamientos, que hemos visto que hablan de nuestra rebelión e incapacidad para guardar perfectamente la ley de Dios.  El segundo era la vara de Aarón.  Cuando el pueblo se quejaba contra el nombramiento de Aarón como sumo sacerdote por parte de Dios, Dios hizo que la vara de Aarón floreciera sobrenaturalmente para mostrarle al pueblo que era Él quien había designado a Aarón. (Núm. 17:1-10)  Así que, la vara de Aarón habla de la rebelión del hombre contra el liderazgo designado por Dios.  El último elemento del arca era la vasija de oro con maná, que hemos visto que habla de la rebelión del hombre contra la provisión de Dios.

¡Cada artículo en el arca del pacto habla de nuestros pecados y nuestra rebelión contra Dios!  Pero, ¿qué hizo Dios con nuestros pecados y nuestra rebelión?  Él los metió a todos en el arca y los cubrió con el propiciatorio donde se colocaba la sangre de los sacrificios de animales.  Al hacer esto, Él estaba diciendo que cuando Él mira hacia abajo, ¡Él no puede ver los pecados y la rebelión del hombre porque la sangre en el propiciatorio los cubre todos!

¡Éstas son las buenas noticias!  Permíteme decirlo una vez más para asegurarme de que no te lo perdiste: Dios no puede ver tus pecados cuando la sangre de Jesús los cubre.  Es por eso que en el Antiguo Testamento, Israel se regocijaba cada vez que su sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo en el Día de la Expiación y colocaba la sangre de los sacrificios de animales en el propiciatorio. Cuando la sangre estaba en el propiciatorio, Dios no podía ver el rechazo de Su pueblo a Sus leyes, a Su sacerdocio designado y a Su provisión.  Él no podía ver los pecados y la rebelión del pueblo.  Él solo veía la sangre en el propiciatorio.

Ahora, detente y considera la maravilla que se muestra en esta imagen de Jesús y Su sacrificio.  Entiende que “no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de Su propia sangre [Cristo], entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna”.  ¡Su sangre derramada que cubre tus pecados es la base de tu redención eterna!

Amigo, mientras ves a Jesús revelado así y lo conviertes en el centro de tu corazón, vas a experimentar paz, gozo y el cumplimiento de las bendiciones de la redención, y reinarás en vida.

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

No hay comentarios:

Publicar un comentario