En Él tenemos redención mediante Su sangre, el
perdón de nuestros pecados según las riquezas de Su gracia.
Efesios 1:7
Las personas me han
dicho: “Pastor Prince, se me enseñó que solo mis pecados pasados —desde el día
en que nací hasta el día en que me convertí en cristiano— han sido perdonados,
y que mis pecados futuros no son perdonados hasta que yo los confiese y busque
el perdón.”
Mi amigo, cuando Jesús murió en la cruz, ¿cuántos
de tus pecados fueron pecados futuros?
A menos que tú tengas
más de 2,000 años de edad, ¡todos tus
pecados fueron pecados futuros en ese momento! Jesús
los tomó todos sobre Sí Mismo, los clavó en la cruz y declaró: “¡Consumado es!” Así que, si a ti no se te ha perdonado por
todo, entonces no se te ha perdonado en absoluto.
“¿Quieres decir que
Jesús también murió por el pecado que acabo de cometer recientemente?”
¡Sí!
“¿Y también por los
pecados que voy a cometer?”
¡Sí! Es por
eso que Él dijo: “¡Consumado es!”
Pero muchos de nosotros
somos inconsistentes en lo que creemos.
Una parte de nosotros dice: “Dios me ha perdonado de todos mis
pecados.” Pero otra parte dice: “Sí,
pero yo todavía debo confesar mis pecados para ser perdonado por ellos.” ¿Acaso piensas así?
Amado, tú no eres
perdonado debido a tu trabajo de confesión.
Tu confesión no puede lavarte de tus pecados. Tú eres
perdonado por la sangre de Jesús derramada por ti. ¡Solamente Su sangre te limpia!
No puedes creer que has
sido perdonado por tus pecados pasados, presentes y futuros, y aún así pensar
que hay algo que tú necesitas hacer para que el perdón sea completo. Si fuera así, entonces esto se convertiría en
tu trabajo también, y no solo de Jesús.
¿Existe algún lugar para
la confesión de pecados? Mi amigo, aunque
tú acabes de pecar, siempre puedes
acercarte a Dios y decírselo sin sentirte condenado, porque tú sabes que ya
tienes el perdón y que Jesús fue condenado en tu lugar. Pero no confieses tus pecados a Dios con el
fin de ser perdonado. ¡Tú ya cuentas con el perdón total y
completo por medio de la sangre de Jesús!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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