Inspiración de Gracia
Para la alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos
hizo aceptos en el Amado. (Efesios 1:6)
En el río Jordán,
Jesús escuchó a Su Padre decirle: “Tú
eres Mi Hijo amado; en Ti tengo complacencia.” (Lucas 3:22) Más adelante, en el desierto, Jesús escuchó al
diablo decirle: “Si eres Hijo de Dios...”
(Lucas 4:3)
Nota que el diablo no
solo cuestionó la filiación de Jesús, sino que también escondió la palabra “amado” cuando le dijo a Jesús: “Si eres Hijo de Dios...” Verás, el diablo no puede recordarte que tú
eres el amado por Dios porque cuando tú sabes esta verdad, ¡todo lo que él
quiera levantar contra ti no tendrá éxito!
Muchas chicas están
regalando su virginidad porque necesitan sentirse queridas y amadas. Y los muchachos se unen a las pandillas para
sentirse aceptados porque otras personas los han rechazado y los han hecho
sentir inútiles.
Pero cuando tú sabes
que tú eres el amado de Dios, ninguna tentación puede triunfar contra ti, ni
siquiera los “gigantes” que puedan provocarte. Piensa en David, que mató a Goliat. “David” en hebreo significa “amado.” Se necesita un David para derribar a un
gigante. En otras palabras, ¡se necesita
alguien que sepa que es el amado de Dios para ganar las batallas de la vida!
Tú eres el amado de
Dios, no por lo que haces. Cristo ya lo hizo
todo. Él es el Amado de Dios. Pero Dios
te puso en Cristo. Por eso, tú eres “acepto en el Amado.” Y lo que Dios le dijo a Jesús, Él te lo dice a
ti hoy: “Tú eres Mi hijo amado; en ti tengo complacencia.”
Así que, si el diablo
te dice: “Oye, ¿tú te llamas a ti mismo 'el amado de Dios' después de lo que
acabas de hacer?” Ten la seguridad de
que esto no depende de lo que tú has
hecho, sino de lo que Cristo ha
hecho. ¡Y tú aun eres el amado de Dios,
porque tú estás en Cristo!
Cuando tú dices eso, yo
creo que el diablo grita de frustración porque él no tiene poder sobre ti
cuando tú estás consciente de que eres el amado de Dios. Ciertamente estás en un lugar seguro cuando
sabes que tú eres Su amado.
Amigo, no estamos siendo
orgullosos cuando nos llamamos amados de Dios a nosotros mismos. ¡Cómo podríamos jactarnos cuando sabemos que
es la gracia de Dios la que nos ha hecho aceptos en el Amado!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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