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martes, 13 de octubre de 2020

Cristo Es Nuestro Propiciatorio

 Inspiración de Gracia

El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente.  (Salmos 91:1)

En el Antiguo Testamento, había un lugar en donde Dios se encontraba con Su pueblo.  En Éxodo 25:22, Dios dijo: “Allí me encontraré contigo, y de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio...”  Este lugar era sobre el propiciatorio del arca del pacto, debajo de las alas de los dos querubines.  El salmista lo llama “el abrigo del Altísimo... a la sombra del Omnipotente.”

El propiciatorio cubría el arca que contenía los tres emblemas de la rebelión del hombre: la urna de oro que contenía maná —la rebelión del hombre contra la provisión de Dios, dos tablas de piedra en las que Dios escribió los Diez Mandamientos —la rebelión del hombre contra el estándar de Dios, y la vara de Aarón —la rebelión del hombre contra la autoridad de Dios.  Una vez al año, en el Día de la Expiación, el sumo sacerdote rociaba la sangre del animal sacrificado sobre el propiciatorio y así hacía propiciación por los pecados de Israel.

Hoy en día, no es sangre de animales la que hace propiciación por nuestros pecados, es la sangre santa del Hijo de Dios. (Ver Romanos 3:24–25)  La palabra para “propiciación” en el texto griego original es hilasterion, que en realidad significa “propiciatorio.”  Así que, Cristo es nuestro propiciatorio.  Su sangre habla por nosotros y pone a Dios de nuestro lado.  Dios no ve nuestra rebelión.  ¡Él ve la sangre de Su Hijo y nos acepta!

Es por eso que nosotros podemos acercarnos con confianza al abrigo del Altísimo, en Cristo y sentirnos seguros de que tenemos todo el derecho a estar en la presencia de Dios.  Nosotros podemos acercarnos a Él con confianza, para recibir misericordia, y hallar gracia para la ayuda oportuna. (Ver Hebreos 4:16)

Y debido a que Cristo, nuestro propiciatorio, nos cubre con Su sangre, nosotros estamos bajo la protección de Dios.  Estamos al abrigo del Altísimo, morando bajo la sombra del Omnipotente.  Aquí, no nos sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a nuestra morada. (Ver Salmos 91:9-10)  ¡Al abrigo del Altísimo, nosotros somos favorecidos y protegidos de todo daño!

Viendo a través de los ojos de la fe,

Joseph Prince

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