Inspiración de Gracia
El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del
Omnipotente. (Salmos 91:1)
En el Antiguo Testamento, había un lugar en
donde Dios se encontraba con Su pueblo. En Éxodo 25:22, Dios dijo: “Allí me encontraré contigo, y de sobre el
propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del
testimonio...” Este lugar era sobre
el propiciatorio del arca del pacto, debajo de las alas de los dos querubines. El salmista lo llama “el abrigo del Altísimo... a la sombra del Omnipotente.”
El propiciatorio
cubría el arca que contenía los tres emblemas de la rebelión del hombre: la urna
de oro que contenía maná —la rebelión del hombre contra la provisión de Dios,
dos tablas de piedra en las que Dios escribió los Diez Mandamientos —la
rebelión del hombre contra el estándar de Dios, y la vara de Aarón —la rebelión
del hombre contra la autoridad de Dios. Una
vez al año, en el Día de la Expiación, el sumo sacerdote rociaba la sangre del
animal sacrificado sobre el propiciatorio y así hacía propiciación por los
pecados de Israel.
Hoy en día, no es
sangre de animales la que hace propiciación por nuestros pecados, es la sangre
santa del Hijo de Dios. (Ver Romanos 3:24–25) La palabra para “propiciación” en el texto
griego original es hilasterion, que
en realidad significa “propiciatorio.”
Así que, Cristo es nuestro propiciatorio. Su sangre habla por nosotros y pone a Dios de
nuestro lado. Dios no ve nuestra
rebelión. ¡Él ve la sangre de Su Hijo y
nos acepta!
Es por eso que nosotros
podemos acercarnos con confianza al abrigo del Altísimo, en Cristo y sentirnos
seguros de que tenemos todo el derecho a estar en la presencia de Dios. Nosotros podemos acercarnos a Él con confianza,
para recibir misericordia, y hallar gracia para la ayuda oportuna. (Ver Hebreos
4:16)
Y debido a que Cristo,
nuestro propiciatorio, nos cubre con Su sangre, nosotros estamos bajo la
protección de Dios. Estamos al abrigo
del Altísimo, morando bajo la sombra del Omnipotente. Aquí, no nos sucederá ningún mal, ni plaga se
acercará a nuestra morada. (Ver Salmos 91:9-10)
¡Al abrigo del Altísimo, nosotros somos favorecidos y protegidos de todo
daño!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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