Cuando los mercaderes ismaelitas llevaron a José a Egipto, lo
vendieron a Potifar, un oficial egipcio. Potifar era capitán de la guardia del
faraón, rey de Egipto. El Señor estaba
con José, por eso tenía éxito en todo mientras servía en la casa de su amo
egipcio. (Génesis 39:1-2)
¿Considerarías al joven
José, quien estaba a punto de ser vendido como esclavo, “un hombre exitoso”?
¡Por supuesto que no!
Sin embargo, Dios dice
con Sus propias palabras que José era un hombre exitoso.
La definición de éxito
de Dios es contraria a la definición del mundo.
Las corporaciones americanas miden el éxito pasado en lo que tú has
hecho, lo que tú has alcanzado y lo que tú has acumulado. Está basado completamente en ti, enfocando todo
tu tiempo, energía y recursos, en merecer títulos y coleccionar logros.
Mi amigo, quiero
animarte a comenzar a ver que el modelo de éxito del mundo es inestable y está
construido sobre un fundamento quebrantable.
Puede tener la apariencia de una buena vida, pero es temporal, y todos nosotros
hemos visto cómo la riqueza temporal del mundo puede disiparse como el humo y escurrirse
fácilmente como las arenas movedizas en el desierto.
Desde Génesis 39:2,
está claro que éxito no es lo que tienes, ¡sino a quién tienes! José literalmente
no tenía nada material, pero al mismo tiempo, él tenía todo porque el Señor
estaba con él. Las cosas materiales que
has estado acumulando o que estás intentando fervientemente acaparar, no te
hacen exitoso. ¡Es la presencia del
Señor en tu vida la que te hace exitoso!
Necesitamos aprender a
dejar de perseguir las cosas y empezar a perseguirlo a Él. Dios ve tu relación con Él como la única cosa
que necesitas para cualquier éxito en tu vida.
Yo no puedo imaginarme empezar en un peor lugar que José. Él estaba completamente desnudo. ¡Él no tenía nada! Ni cuentas de banco, ni formación escolar, ni
conexiones naturales con personas influyentes, nada. Gracias a Dios la Biblia registra una imagen
de José, quién empezó con nada, para que tú y yo podamos tener esperanza hoy. Si tú piensas que así como José, tú no tienes
nada, pues, puedes comenzar creyendo en el poder de la presencia del Señor en
tu vida. ¡Comienza a buscar a Jesús y a reclamar
para ti esa promesa en la escritura!
Di: “El Señor está
CONMIGO y yo soy una persona exitosa.”
Di esto cien veces si tienes que hacerlo, y
comienza a ver esto como tu realidad. Coloca esta promesa en
tu espejo y cada mañana cuando te laves los dientes, recuérdate a ti mismo que
hoy, mientras vas al trabajo, mientras vas a la escuela, mientras comienzas el
día cuidando de tus hijos en casa (o haces lo que tengas que hacer), el Señor
está contigo. Y debido a que Él está
contigo, ¡TÚ YA ERES EXITOSO! ¡Cuando
tú tienes a Jesús en tu vida, ya no estás intentando ser exitoso, tú ya ERES
exitoso!
Viendo a través de los ojos de
la fe,
Joseph
Prince
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