Medita En
Pero Dios demuestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados
por Su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El. (Romanos 5:8–9)
Dios
es un Dios de perdón. Él te conoce perfectamente y así como eres te ama perfectamente. Somos esclavos de la idea de que si alguien ve
nuestros defectos, ya no nos amará más. Bueno, aunque eso puede ser cierto en las
relaciones humanas, Dios no es así.
Dios
ve todas nuestras imperfecciones, fallas y defectos en Jesús en la cruz. Nuestros
pecados y fealdad no apagan Su amor. De
hecho, para Él son ocasiones para demostrar Su gracia y perdón a través de la
sangre de Su Hijo, quien ha removido eficazmente todos nuestros pecados en el
Calvario.
Así
que, no te avergüences de tus defectos, errores e imperfecciones. Dios conoce tus debilidades mejor que tú mismo
y Él te ama igual. Su Palabra nos
recuerda que Jesús no es alguien “que no
pueda compadecerse de nuestras flaquezas.” Jesús más bien, fue tentado en todos los
puntos y aun así, Él permaneció sin pecado. (Heb. 4:15). Él entiende cada tentación y cada prueba por
la que estás pasando. Él no está
decepcionado de ti y no está esperando que tú cumplas con una lista de cosas
que debes y no debes hacer, para así perdonarte y amarte. La Biblia dice: “Pero Dios demuestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros. Entonces
mucho más, habiendo sido ahora justificados
por Su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El.” (Rom. 5:8-9)
¿Lo
entendiste? ¿Cuándo te amó Dios?
Es
correcto, cuando aún eras pecador. Antes de que incluso lo conocieras, cuando aún
estabas en pecado, Él ya te amaba. ¡Cuánto
más hoy, que ya has sido limpiado por la sangre de Jesús y has sido hecho
justo! Habiendo recibido la justicia de
Jesús, tú eres justo para siempre. Incluso cuando caes en pecado, tus pecados no
te convierten en un pecador otra vez.
Ahora cuando fallas, todavía eres la justicia de Dios. Esto es porque tu justicia proviene de Jesús. De la misma manera en que una hermosa mariposa
no puede volver a convertirse en oruga, una vez que tú has sido justificado por
la sangre de Jesús, tú no puedes volver a convertirte en pecador. ¡Conocer tu
identidad de justo en Él, te da entonces el poder para vencer sobre todo pecado, toda adicción y todo mal
hábito!
Viendo a través de los ojos de la
fe,
Joseph Prince
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