Medita En
Si alguno ama al
mundo, el amor del Padre no está en él. (1 Juan 2:15)
Como alguien que
predica fuertemente el evangelio de la gracia,
una de las preguntas más comunes que me hacen es esta:
Pastor Prince, ¿estás diciendo
que todo es solo por gracia y que podemos vivir de la manera que queramos con
total desprecio por Dios? ¿Estás diciendo
que no tenemos que servir al Señor?
Bueno, pregúntate
esto: Cuando alguien se encuentra genuinamente con el amor, el favor y las
bendiciones del Padre de una manera que es completamente inmerecida, ¿cómo
crees que vivirá?
Toma un momento para
ponerte en los zapatos del hijo pródigo
de Lucas 15. Después de todas las faltas
que has cometido contra tu padre, él te ofrece una espléndida bienvenida llena
de abrazos y besos. Tú simplemente pasaste
de estar muriendo de hambre, a estar vestido con una túnica limpia y fresca, y a
usar el anillo de tu padre que te da la autoridad para emitir pagos en su
nombre. Y como si eso no fuera
suficiente, tu padre invitó a todos los vecinos, mató al mejor becerro y está
celebrando una fiesta de asados con música y bailes en tu honor.
Ahora, ¿te haría esto
querer rebelarte contra tu padre otra vez y salir de casa para regresar a una pocilga
asquerosa, a revolcarte en el lodo y alimentarte de cosas que nunca te satisfarán?
¡Por supuesto que no!
Existe el gran
malentendido de que los creyentes que luchan contra del pecado, que se entregan
al pecado y que todavía están enamorados del mundo, lo hacen porque no aman a
Dios lo suficiente. A los creyentes se
les dice que amen más a Dios, pensando que si las personas lo aman más, amarán
menos al pecado y al mundo.
Pero Dios abrió mis
ojos un día a la verdadera razón por la cual los creyentes aún se enredan con
el pecado y el mundo. Yo nunca escuché a
nadie predicar esto antes, así que es algo fresco desde el cielo. El apóstol Juan nos dice: “Si alguno ama al mundo el amor del Padre no está en él”. (1 Juan
2:15) Nota que es el amor del Padre, no el amor al Padre. Así que las personas que aman el mundo y están
atrapadas buscando lo que el mundo da, son en realidad personas que no conocen o no creen en sus corazones
el amor que el Padre tiene por ellos.
En vez de mensajes como
“¡Tienes que amar más a Dios!”, lo que realmente necesitamos es más predicación
que se trate del amor del Padre. Ya que
nunca se tratará de nuestro amor por Él, sino de Su amor por nosotros.
Amado, cuando las
personas realmente conozcan y crean
el amor del Padre por ellos, y lo tengan ardiendo en sus corazones, ya no
querrán salir y vivir como el diablo. Hay algo poderosamente
transformador en la gracia. Eso es
lo que creer correctamente en el amor del Padre trae consigo. Si tú has probado
y saboreado la gracia de tu Padre celestial, nunca más querrás vivir en el
desierto del pecado, lejos del abrazo del Padre.
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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