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sábado, 29 de junio de 2019

Dios Puede Y Quiere

Medita En
Y he aquí, se le acercó un leproso y se postró ante Él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra.  (Mateo 8:2–3)
Probablemente todos los cristianos creen que Dios tiene el poder para bendecir, sanar, proteger, prosperar y hacer que alguien tenga éxito.  Sin embargo, sabemos que no todos los cristianos creen que Dios quiere hacer todo eso por ellos.  Mateo 8:1–3 registra la historia de un leproso que acercó a Jesús porque quería ser sano.  Él dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”.  El leproso no dudaba del poder de Jesús para sanarlo, pero no estaba seguro de si Jesús quería sanarlo a él, que era un leproso que había sido excluido por todos.  En otras palabras, él creía en la omnipotencia de Dios, pero no estaba seguro de si el corazón de Dios tenía amor y favor inmerecido para él.  Estoy seguro de que conoces creyentes que son así.  Ellos pueden creer en el poder de Dios, pero no están seguros del corazón de Dios hacia ellos.  Saben que Dios puede, pero no están seguros de si Él quiere
Amigo, ¡no seas como ese leproso que malinterpretó completamente a Jesús!  Veamos cómo le respondió Jesús.  Esto es importante porque sería la misma respuesta que Jesús te daría si te acercaras a Él hoy.
Mateo 8: 3 registra que “Extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero, sé limpio.”  ¿Puedes ver cuán personal es el ministerio de Jesús?  Él no tocó a cada persona que sanó.  Algunas veces, Él simplemente habló y los enfermos fueron sanados.  Pero en este caso, Jesús extendió Su mano y tocó al leproso con ternura.  Yo creo que Jesús hizo esto para sanarlo, no solo de su lepra, sino también de las cicatrices emocionales que él había recibido durante años de rechazo.
La lepra era una enfermedad altamente contagiosa y la ley prohibía que los leprosos entraran en contacto con el pueblo.  Esto significa que durante años, este leproso había sido rechazado por todos los que vieron su condición, incluso los miembros de su propia familia.  Él probablemente apestaba a carne en descomposición y a abandono, y su apariencia debe haber sido repulsiva.
Pero sin inmutarse, Jesús lo tocó, dándole el primer toque humano que tuvo desde que contrajo la enfermedad. La Biblia nos dice que de inmediato, su lepra fue limpiada y el hombre recibió su sanidad.
Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre. (Hebreos 13:8)  Cualquiera que sea el rompimiento de esa situación por el que estás creyendo en Él, Él te dice: “QUIERO”.  Ya no dudes de Su corazón que late de amor por ti.  ¡Deja de estar ocupado en descalificarte a ti mismo y déjate absorber completamente por Su amor y gracia (favor inmerecido) hacia ti!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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