Medita En
Bendice, alma mía, al
Señor, y no olvides ninguno de Sus beneficios. Él es el que perdona todas tus
iniquidades, El que sana todas tus enfermedades. (Salmos 103:2–4)
No hace mucho tiempo, conducía
para almorzar con mi esposa Wendy y por alguna razón, cada vez que ella hacía
un comentario, yo estallaba irritado o respondía con una observación innecesariamente
provocativa. ¿Has tenido uno de esos
días?
Cuando reflexioné
sobre por qué estaba tan irritable, me di cuenta de que era porque en realidad
me sentía culpable por un par de situaciones
del día anterior. No necesariamente había
hecho algo malo, pero había permitido que un poquito de culpa se arrastrara hacia
mi corazón e inconscientemente
permití que la condenación entrara.
Amigo, cuando estás
caminando bajo una nube de juicio, puedes convertirte en una persona realmente
desagradable para estar cerca. Confía en
mí, sé de lo que estoy hablando. Incluso
si eres el autor de libros acerca de la gracia y el perdón de Dios, puede haber
momentos en que la condenación se arrastra hacia tu corazón y tú estás
completamente ajeno a ello.
Agradezco a Dios porque
cuando Wendy me preguntó si había alguna razón para mi irritabilidad, Él me dio
ese momento de claridad en donde pude ver la
condición de mi corazón. Y alabo a
Jesús porque tengo una esposa con discernimiento y percepción, que no tomó mis
comentarios personalmente y sabía que algo no estaba bien conmigo. Recuerdo haberle dicho que me avisara la
próxima vez que notara tal comportamiento de mi parte, porque es muy fácil caer en la condenación y culpa.
Cuando estás bajo culpa
y condenación, puedes sentirte despreciable
todo el día y todas tus respuestas tienen un
aguijón en ellas. Esa no es la vida
abundante, ¿y tú sabes a dónde nos devuelve esto? Nos lleva de vuelta a la necesidad de apropiarnos
del sentido constante del perdón de Dios
sobre nuestras vidas. En lugar de aceptar
y albergar toda la culpa, condenación y juicio, debemos mantenernos seguros en el
perfecto perdón que tenemos en Jesús.
Hay una cualidad redentora en ser conscientes del perdón
en lugar de ser conscientes de nuestras faltas, pecados y errores. Cuando tú estás consciente del perdón y ves
tus faltas en la cruz de Jesús, recibes el poder
para romper tu irritabilidad, impaciencia y mal genio con los demás. ¡Recibes el poder para salir de tus trastornos alimenticios, adicciones y
ansiedades! Cuando te das cuenta de que no merecemos el perdón y la gracia de
Dios, pero Él nos los da de todas formas, esta
revelación de Su favor inmerecido nos
cambia desde nuestro interior. Disuelve los nudos de enojo e impaciencia que
hemos acumulado a lo largo de los años y
nos libera para disfrutar del amor de Dios y mostrarlo a los demás.
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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