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sábado, 14 de julio de 2018

No Te Preocupes Por Lo Perdido, Ni Lo Malgastado


Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos”
Lucas 15:22-23
¿Qué dirías si tu hijo, a quien le has dado una gran herencia, viene gateando a casa un día después de haber perdido todo su dinero en una vida desenfrenada?
En la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-24), el padre no dice una palabra sobre perder, ni malgastar, a pesar de que su hijo de hecho ha perdido su herencia en una vida desenfrenada.  El padre solamente mira a su hijo viniendo a casa, como una oportunidad para demostrarle lo mucho que lo ama y para restaurar para él, lo que había perdido.
Como el padre de la parábola, es el deseo de tu Padre abrazarte y mostrarte lo mucho que eres amado.  Y es Su gran placer, restaurar para ti todo lo que tú has perdido.
Tal vez hayas perdido a alguien recientemente, o estás frustrado porque algo se va a echar a perder debido a una mala decisión que has tomado.  Mi amigo, Dios no ve el propósito de perder o desperdiciar, de la manera que tú lo haces.  Cuando tú te acercas a Él con eso, Él lo ve como una oportunidad para restaurar para ti “lo que habías perdido o desperdiciado.”
Aún si, como el hijo pródigo, te sientes muy lejos de tu Padre celestial, o incluso sientes que lo has decepcionado, no te desanimes.  La verdad es que en el momento en que viniste a Él, Él inmediatamente restauró para ti el manto de honor, para vestir tu desnudez, el anillo de autoridad, para declarar tu posición de poder y dominio, y las sandalias en tus pies (lo cual los sirvientes no usan), para reinstalarte como a un hijo en Su casa. 
Él te reconfirma que tú nunca has perdido tu posición de hijo.  Y celebra tu regreso a Él matando un ternero engordado, porque tú eres Su hijo amado, a quien Él aprecia.
Amado, en la casa de tu Padre, tú no solo recibes Su protección completa, sino también puedes disfrutar Su inagotable provisión y Su amor incondicional.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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