… Y el sacerdote lo ofrecerá todo,
quemándolo sobre el altar; es holocausto, una ofrenda encendida de aroma
agradable para el Señor.
Levítico 1:13
En los tiempos del
Antiguo Testamento, cuando un holocausto era ofrecido, la cabeza del animal era
cortada, su grasa era removida, y sus entrañas y patas eran lavadas. Luego, todo era colocado sobre el altar y era
quemado, y el sacrificio era aroma
agradable para el Señor.
Todo esto habla sobre la muerte de Jesús, quien “se dio a Sí Mismo por nosotros, ofrenda y
sacrificio a Dios, como fragante aroma”. (Efesios 5:2)
La cabeza del animal
sacrificado, habla de la mente de Cristo
que fue ofrecida como una cubierta para
nuestras mentes. Esto significa que
aunque nuestras mentes a menudo son nubladas con incredulidad, preocupaciones,
insensatez, suciedad y razonamiento humano, Dios nos trata como si tuviéramos la mente de Cristo, sin
pensamientos equivocados, ni desagradables, y a Él le agrada como un aroma fragante.
La grasa del animal
habla de las riquezas de Cristo, lo mejor de Sí, porque Dios iguala la
grasa de algo, con lo mejor de ese algo. (Génesis 45:18) La grasa del holocausto, habla de Jesús dándonos Sus riquezas, lo mejor de
Sí, como nuestra cobertura. Así que
Dios no nos ve en nuestra escasez, sino en
las riquezas y excelencia de Jesús
que suben a Él como aroma agradable.
Las entrañas o
intestinos, hablan de la motivación,
sentimientos, afectos y deseos de Jesús.
Nosotros a menudo nos sentimos temerosos, ansiosos, estresados o
enojados (y esto afecta a nuestro estómago e intestinos). Pero Dios
solo ve los sentimientos y deseos de Jesús, que siempre son puros, hermosos y aceptables para Él —un aroma
agradable.
Las patas se refieren al caminar perfecto de Jesús —Su poder para servir y obedecer al Padre—
imputado a nuestro caminar débil e inestable.
Y el hecho de que son lavadas, nos muestra que aún nuestro torcido
caminar puede ser limpiado.
Amado, Dios no ve tu
mente insensata, tu naturaleza débil, tus sentimientos inadecuados, ni tu
errado caminar. En cambio, Él te ve en la perfección de Su Hijo, quien
se dio a Sí Mismo por ti, como un sacrificio de aroma agradable para Dios.
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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