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domingo, 21 de julio de 2019

La Sumisión Libera El Favor De Dios En Tu Vida


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Y dijo Isaí a su hijo David: “Lleva ahora a tus hermanos un efa de grano tostado y estos diez panes, y corre al campamento a donde están tus hermanos. Lleva también estos diez quesos al comandante de los mil…”  (1 Samuel 17:17–18)
Cuando Dios quería derribar a un poderoso gigante que estaba aterrorizando a la nación de Israel, Él envió a alguien que era débil en la carne.  Piensa en esto.  A los ojos del mundo, ¿qué podría ser más débil en contra de un temible y bien entrenado soldado, que un joven muchacho sin entrenamiento militar, sin armadura, vestido con un humilde traje de pastor y que ni siquiera llevaba armas reales aparte de una honda y cinco piedras lisas que tomó de un arroyo?  No es de extrañar que Goliat se burlara de este joven pastor y su estrategia.  Cuando David entró en el campo de batalla, Goliat le preguntó con sarcasmo: “¿Acaso soy un perro, que vienes contra mí con palos?” (1Sam. 17:43)
Las implicaciones de esta batalla eran masivas.  No se trataba solo de un duelo o enfrentamiento entre dos personas.  Los israelitas y los filisteos habían acordado que cada uno enviaría a un guerrero que representaría a su nación.  El guerrero derrotado comprometería a toda su nación a convertirse en sirvientes de la otra nación.  Sería insuficiente decir que esta única pelea cargaba con mucho sobre sí.  ¿Y a quién envió Dios para representar a Israel?  En términos naturales, Él envió a ese campo de batalla en el Valle de Ela a quien posiblemente era la persona menos calificada.
¡David ni siquiera era un soldado del ejército de Israel!  Para comenzar, ¿recuerdas cómo este joven pastor terminó en el campo de batalla?  ¡David estaba allí para entregar pan y queso a sus hermanos que estaban en el ejército! (1Sam. 17:17–20)  Y sin embargo, dado el momento, David se encontró de pie en el campo de batalla como representante de Israel contra el altivo Goliat.  De ser enviado a entregar pan y queso, él ahora era llamado para entregar libertad a toda la nación de Israel.
David estaba en el lugar correcto en el momento correcto porque se humilló a sí mismo y se sometió a las instrucciones de su padre para llevarle pan y queso a sus hermanos.  Amado, esto es algo que necesitas comprender.  La sumisión al liderazgo designado por Dios siempre hará que el favor de Dios fluya en tu vida y que te encuentres a ti mismo, como David, en el lugar correcto en el momento correcto.
La Biblia dice que no debemos despreciar el día de los comienzos modestos. (Zac. 4:10)  No hay nada glamoroso en entregar pan y queso, pero David no lo despreció.  Y eso lo puso justo en el Valle de Ela, el viento soplando en su cabello —un joven pastor sin experiencia militar representando a la nación de Israel en contra de un poderoso gigante que era un hombre de guerra desde su juventud.
Esto es lo que Dios ama hacer.  Él ama tomar las cosas necias y débiles para avergonzar a las cosas sabias y poderosas del mundo.  Así que, amado, humíllate a ti mismo y sométete a las autoridades que Dios ha puesto sobre ti.  ¡Y cuando seas fiel para llevar a cabo las pequeñas tareas asignadas a ti, Su favor se liberará en tu vida y tú podrás encontrarte de pronto haciendo grandes hazañas para Dios!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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