Inspiración de Gracia
Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío. (Salmos 91:2)
Cuando una gran
tormenta se desató mientras Jesús y Sus discípulos estaban en una barca en el
mar de Galilea, Él no les dijo a Sus discípulos: “La tormenta está aquí para
enseñarnos a ser valientes.” Él en
cambio, tomó autoridad sobre la tormenta y dijo: “¡Calla, enmudece!” Y hubo una calma
perfecta. (Ver Marcos 4:39)
Cuando Él se encontró
con la viuda de Naín, cuyo hijo único había muerto, y en otra ocasión, a las
dos hermanas cuyo hermano Lázaro había muerto, Él no les dijo: “Dios quería
llevárselo a casa.” No, Él le dijo al
hijo muerto: “Joven, a ti te digo: ¡Levántate!”
(Lucas 7:14) Y parado fuera de la tumba
de Lázaro, Él dijo: “¡Lázaro, ven fuera!”
(Juan 11:43) Y ambos hombres volvieron a
la vida.
¿Qué has estado
diciendo tú acerca de tu situación?
Cuando sientas el
dolor en tu cuerpo, no digas del Señor: “Dios quiere que yo tenga esta
enfermedad para enseñarme a confiar más en Él.” En cambio, di: “Señor Jesús, yo te doy gracias
porque por Tus llagas yo he sido sanado.” (Ver 1 Pedro 2:24)
Y mientras estás tratando
de llegar a fin de mes, no digas del Señor: “El Señor me está manteniendo pobre
para mantenerme humilde.” En cambio, di:
“El Señor es mi pastor, nada me falta.” (Ver Salmo 23:1)
Estamos viviendo en los
últimos días, con ataques terroristas y virus mortales al acecho, y el mundo
tiene miedo. Pero nosotros no vamos a
hablar palabras negativas ni vamos a andar con miedo como la gente del mundo. Nosotros en cambio, vamos a declarar la
Palabra de Dios y a reinar sobre estas cosas. Como el salmista, diremos del Señor: “Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en
quien confío.”
Así que, averigua lo que la Palabra de Dios dice sobre
tu situación, créelo y decláralo. Y ya
que la Palabra de Dios no puede regresar a Él vacía (ver Isaías 55:11), ¡tú vas
a ver cómo lo que tú crees y confiesas se cumple!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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