Inspiración de Gracia
Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: “Señor, ¿cuántas
veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete
veces?” (Mateo 18:21)
Pedro le preguntó al Señor con qué frecuencia él
debía perdonar a su hermano. La
respuesta del Señor fue simple: Hasta 70 veces siete. (Ver Mateo 18:22) En otras palabras, ¡todo el tiempo!
“Bueno, Pastor Prince,
él no merece mi perdón.”
Tampoco tú merecías el
perdón de Dios.
No hay una sola
persona viva o muerta que no haya quebrantado los 10 mandamientos de Dios. No hay tal cosa como un “pecador parcial” o un
“gran pecador.” Todos éramos grandes
pecadores cuando Jesús nos salvó. Y
cuando nos damos cuenta de que se nos ha perdonado mucho, amamos mucho. (Ver
Lucas 7:47)
“Pastor Prince, ¿cómo
puedes decir que yo he quebrantado todos los mandamientos de Dios? Yo nunca he cometido adulterio.”
Amigo, Jesús dijo: “Todo el que mire a una mujer para
codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón.” (Ver Mateo 5:28) Ese es el estándar de Dios. El hombre mira lo externo, pero Dios mira lo
interno en el corazón. Además, si tú infringes
una ley, eres culpable de infringir todo. (Ver Santiago 2:10) Así que, todos quebrantamos todos los
mandamientos de Dios. Todos en el mundo somos
grandes pecadores.
Ahora, tú ya no eres
un pecador si has recibido a Cristo como tu Salvador. Tú eres una nueva creación. Pero eras un gran pecador y Dios perdonó tu
enorme deuda por medio de la muerte de Su Hijo.
Así que, si alguien te
ha hecho daño, dite a ti mismo esto: “Yo no merecía el perdón de Dios, pero Él
me perdonó por medio de Cristo. Así que,
yo también perdono a esta persona.” Si tú
dices algo como: “Él/Ella no se lo merece,” no tiene sentido. El perdón no es para personas que se lo
merecen. Si se merecen algo, es un
castigo. Pero el perdón significa que tú
extiendes gracia —favor inmerecido— de la misma manera como Dios te extiende
favor inmerecido a ti.
Amado, si tú eliges
aferrarte a la amargura, nadie sufre excepto tú. Tú pierdes tu paz, luego posiblemente tu
salud. Sencillamente no vale la pena. Dios te dice: “Suéltalo. Perdónales sus deudas, así como Yo perdoné
las tuyas.”
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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