Inspiración de Gracia
Tomará además de la sangre del novillo y la rociará con su dedo en el lado oriental del propiciatorio; también delante del propiciatorio rociará con su dedo siete veces de la sangre. (Levítico 16:14)
Si ha visto la película “Los Cazadores Del
Arca Perdida,” recordarás que cuando la tapa del arca fue levantada, unas
criaturas de aspecto extraño salieron flotando y destruyeron a las personas alrededor.
Por interesante que fuera, esto es
bíblicamente inexacto —el arca de la Biblia no contenía criaturas de aspecto
extraño en ella. ¿Qué cosas había dentro
entonces?
Había tres elementos
en el arca: la urna de oro con maná, la vara de Aarón y dos tablas de piedra en
las que Dios había escrito los Diez Mandamientos. (Ver Hebreos 9:4) Estos elementos son en realidad símbolos de la
rebelión del hombre. La urna de oro del
maná representa el rechazo del hombre a la provisión de Dios. La vara de Aarón representa el rechazo del
hombre al liderazgo de Dios y las dos tablas de piedra de los mandamientos de
Dios representan el rechazo del hombre a Su norma de santidad.
Pero debido a que Dios
se deleita en la misericordia, Él tenía estos artículos guardados en el arca y cubiertos
por el propiciatorio, el cual tenía dos querubines en él. (Ver Hebreos 9:5) Y una vez al año, el sumo sacerdote entraba en
el lugar santísimo donde estaba el arca y rociaba la sangre del sacrificio
animal sobre el propiciatorio. Esto
significa que los ojos de Dios, representados por los ojos de los querubines,
no veían los símbolos de la rebelión del hombre. Mientras la sangre estaba sobre el
propiciatorio, Él solo veía la sangre y aceptaba a las personas.
Hoy, Jesús es nuestro
Sumo Sacerdote y Él Mismo ha rociado Su propia sangre sobre el verdadero
propiciatorio en el cielo —el trono de la gracia. (Ver Hebreos 9:23-26) Curiosamente, la cantidad de veces que el sumo
sacerdote del Antiguo Testamento tenía que rociar la sangre sobre el propiciatorio
—siete— habla del sacrificio perfecto de
Jesús. Y debido a que Su sacrificio es
perfecto y Él es perfecto, ¡nosotros que estamos en Cristo tenemos una posición
perfecta delante de Dios para siempre!
Amigo, cuando te
presentes hoy delante de Dios, no te preocupes por no alcanzar Su estándar de
santidad. Él no ve tus pecados. (Ver
Hebreos 8:12, 10:17) Él ve la sangre de
Su Hijo sobre el propiciatorio. ¡Tú tienes
una posición perfecta delante de Él para siempre!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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