Inspiración de Gracia
»Ninguna ofrenda de cereal que ofrezcáis al Señor será
hecha con levadura, porque no quemaréis ninguna levadura ni ninguna miel como
ofrenda encendida para el Señor. (Levítico 2:11)
Imagina ir caminando y pasar junto al hijo
pródigo sentado en el corral de los cerdos. (Ver Lucas 15:11–24) Te detienes a verlo y ves que está salivando
por la comida de los cerdos. Creyendo
que es bueno mostrarle amabilidad, le das dinero para que se compre comida.
Esa es la bondad
humana que dice: “Yo soy cristiano. Debería
ser amable, bueno y perdonador.” Tal
dulzura o amabilidad humana puede compararse con la miel. Curiosamente, mientras nosotros lo
consideramos valioso, Dios le dice a Su pueblo que no le traigan una ofrenda de
granos con miel en ella.
La ofrenda de granos
habla de la vida de Jesús en la tierra. No
mezclar miel a la ofrenda de granos habla de cómo la compasión y la bondad que vemos en Jesús durante Su ministerio
terrenal eran divinas. No había “miel”
de bondad humana, que inevitablemente está contaminada con la debilidad humana.
En retrospectiva, lo
peor que uno podría haber hecho por el hijo pródigo era darle dinero cuando él estaba
en el corral de cerdos. Él no solo no se
habría ido a casa, sino que lo que el Señor estaba haciendo en su corazón
también se habría echado a perder. Esto
es lo que sucede cuando nos dejamos llevar por la bondad de nuestros corazones
humanos en lugar de la bondad de Dios en
nuestros corazones, que está dirigida por Su amor, sabiduría y tiempo perfecto.
Amigo, Dios no quiere que seas movido por lo que
ves, sino por Su Espíritu. Había
mucha gente necesitada rodeando a Jesús durante Su tiempo en la tierra. Pero Él no sanó a todas las personas enfermas
a Su alrededor, ni alimentó cada estómago hambriento por donde pasó, ni
resucitó a todos los que estaban muertos.
Isaías 11:2–3 nos dice que el
Señor no fue movido por lo que Él vio o escuchó. Él fue movido solo por el Espíritu.
Tú también tienes el Espíritu en ti. (Ver 1 Corintios
3:16) Se movido por Él. Sigue la paz que Él pone dentro de tu
espíritu para hacer o abstenerte de hacer algo. Esa paz
es la paz de Dios. ¡Actuar sobre esa paz hará que Dios sea
exaltado, y que Su divina bondad y amabilidad sean realmente una bendición para
ti y los demás!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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