Inspiración de Gracia
… y por Sus heridas hemos sido sanados. (Isaías 53:5)
Bajo la ley romana en los tiempos bíblicos, un
criminal podía ser azotado por un delito menor y luego ser puesto en libertad, o ser crucificado inmediatamente si era
culpable de un delito mayor. Pero Jesús
fue azotado y crucificado. Poncio Pilato esperaba que después de haber azotado
a Jesús y de presentar Su cuerpo ensangrentado a la gente, ellos estuvieran
satisfechos y dispuestos a dejarlo ir. Pero
la gente no lo estaba y en cambio, exigió Su crucifixión.
No pienses ni por un
momento que la gente tenía el poder de infligir tal sufrimiento a Jesús. Todo
era parte del plan de Dios y la flagelación o azote, era necesaria porque solo
por Sus llagas fuimos sanados.
El látigo romano usado
para la flagelación estaba hecho de correas de cuero incrustadas con ganchos de
vidrio, hueso y metal. Con solo un
golpe, el instrumento debe haberse envuelto alrededor del cuerpo de Jesús,
causando que el vidrio, los huesos y los ganchos cortaran Su carne profundamente.
Y cuando el látigo fue jalado de vuelta,
los ganchos deben haber despojado Su carne, dejando al descubierto Sus músculos
y huesos. De hecho, el salmista dice: “Me horadaron las manos y los pies. Puedo
contar todos Mis huesos. Ellos Me miran, Me observan” (Salmos 22:16–17), y “Sobre Mis espaldas araron los aradores;
alargaron sus surcos.” (Salmos 129:3)
Aunque 39 era el
número máximo de veces que uno podía ser azotado de acuerdo con la ley judía, yo
creo que Jesús fue azotado más veces que eso porque los romanos, que
probablemente no considerarían la ley judía, fueron quienes llevaron a cabo la
flagelación.
Cualquiera que fuera
el caso, de igual manera Su espalda se habría reducido a una masa de carne
ensangrentada y mutilada. Ese día, la sangre de Jesús fluyó libremente
de Su cuerpo para tu liberación de todo tipo de enfermedad y aflicción física.
Dios permitió que cada uno de esos
azotes cayera sobre el cuerpo de Su Hijo para que tu cuerpo no tuviera que ser
azotado por las enfermedades.
Amigo, si tú estás
enfermo o sufres de alguna condición física, debes saber que Jesús tomó la
flagelación como el pago completo para que tú fueras libre de esa enfermedad y
condición física. Él llevó esos azotes
para que, hoy, no haya enfermedad y no tengas que soportar ningún dolor. ¡Por Sus
llagas tú has sido sanado!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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