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lunes, 11 de mayo de 2020

Jesús Te Tiene Cubierto

Inspiración de Gracia
Pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y le será aceptado para hacer expiación por él.  (Levítico 1:4)
Imagina la perfección de Jesús cubriéndote de la cabeza a los pies a la vista de Dios en cada momento del día.  ¿Te suena como un sueño?  Amigo, esa es tu realidad hoy porque Jesús se convirtió en tu holocausto en la cruz.
En el caso del holocausto, cuando el oferente pone su mano sobre el animal del sacrificio (ver Levítico 1:3–4), la perfección y belleza del sacrificio intachable se transfiere a él, y Dios lo ve y lo acepta a él en la perfección del animal.
En hebreo, la palabra “aceptado” implica ser tratado con favor, deleite y aceptación.  Esto significa que tú, para quien Jesús se convirtió en un holocausto, eres tratado por Dios con favor, deleite y aceptación, porque la belleza y la perfección de Jesús fueron transferidas a ti.  Como tu holocausto, Jesús hizo expiación por ti en tu nombre.
Jesús es tu expiación o cobertura del pecado.  Cuán precioso es Jesús para el Padre es cuán precioso eres tú para el Padre, porque cuando el Padre te ve, Él ve a Jesús, tu expiación, tu cobertura.
Así que, todos los días, toma a Jesús como tu holocausto.  Ven a Dios y dile: “Padre, te doy gracias porque Jesús es mi holocausto.  Él me cubre de la cabeza a los pies con Su justicia.  Te agradezco Padre, porque Tú me ves sin mancha ni arruga.  Me ves cubierto en todo el valor y la perfección de la obra de Tu Hijo.  Lo que Él es para Ti, yo lo soy también.  Quién es Él para Ti, yo lo soy también.  Como Él es ahora, yo lo soy también.  ¡Yo estoy en Él.” (Ver 1 Juan 4:17)
Jesús te tiene cubierto.  Tú no te presentas ante el Padre con todas tus fallas y defectos.  Jesús proclama para ti lo que está bien contigo a pesar de lo que está mal, porque Él te ha cubierto con Su perfección.  Hoy, escúchalo diciéndote: “¡Ve, chica! Te tengo cubierta.  ¡No hay nada de qué preocuparse!“  Escúchalo diciéndote: “¡Ve por ello, hijo!  Te estoy cubriendo.  ¡No hay nada que temer!”
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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