Inspiración de Gracia
En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que
cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe y que recompensa
a quienes lo buscan. (Hebreos 11:6, NVI)
Dios se agrada cuando nosotros creemos que Él es el dador, el
que bendice y que “Él recompensa a
quienes lo buscan.” Tal era la fe de Rut la
moabita. Cuando ella decidió hacer del
Dios de Abraham, Isaac y Jacob su Dios, descubrió que Él era su recompensador, quien amorosamente proveyó para ella, la guio divinamente, la protegió celosamente, la redimió gloriosamente de su situación
desesperada y le restituyó su vida ricamente.
Hoy, este mismo Dios te dice a ti que Él es tu
recompensador. Y
cuando Él está involucrado en tu vida, tú vas a ser ampliamente recompensado. Pedro, el pescador, daría testimonio de esto. Su barco pesquero, que representaba su vida,
no pescó nada durante toda la noche. Pero
en la mañana, cuando le devolvieron el bote después de habérselo prestado a
Jesús, ese ya no era el mismo bote. Ahora
estaba ungido, bendecido y tan magnetizado que atrajo a un gran número de
peces. De hecho, ¡él recibió una carga
de pesca que le rompía la red y hundía el barco! (Lucas 5:1–11)
Amado, debido a que
Dios es tu recompensador, si Él toma prestado tu “bote” aunque sea por un momento,
ten la certeza que Él seguramente te lo
devolverá con un aumento sobrenatural. Incluso si lo que tú le das es poco, cuando lo colocas en Sus manos, eso se te
devolverá bendecido, ungido y multiplicado.
Esto le sucedió al
niño que le dio a Jesús su almuerzo de cinco panes de cebada y dos peces. Debe haber emocionado tanto al niño ver que su
pequeño almuerzo se multiplicaba sobrenaturalmente y no solo lo satisfacía a
él, sino a 5,000 hombres, sin contar a las mujeres y los niños, e incluso dejaba
12 canastas llenas de sobras. (Ver Juan 6:1–13).
Amado, cree que Dios es un recompensador. Cuando
le des tus finanzas, tu tiempo, tus posesiones y tus habilidades, ¡ten por seguro
que Él te las devolverá bendecidas, ungidas y multiplicadas!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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