Inspiración de Gracia
El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas? (Romanos 8:32, NBLA)
Algunos cristianos creen equivocadamente que
Dios da y también quita. En los
funerales, a veces escuchamos al ministro decir: “El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor.”
Recuerdo una ocasión
en la que veía a un bebé que padecía de cáncer. Escuché a uno de los miembros de su familia
comentar: “Tú no puedes estar seguro de cuál es la voluntad de Dios. Él puede sanar o puede no hacerlo.” Lo que esa persona quería decir era que,
aunque el Señor les había dado este bebé a los padres, Él más tarde podría quitarles
al bebé.
Job mostró esta misma
actitud cuando él recibió la noticia de que había perdido su propiedad y a sus
hijos. Pensando que Dios era la fuente
de sus problemas y sin saber que en realidad era Satanás quien había venido
contra él, él dijo: “Desnudo salí del
vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó;
bendito sea el nombre del Señor.” (Job 1:21) Tal
declaración parece honrar a Dios, pero en realidad, revela una visión equivocada
de nuestro Padre celestial.
Como hijos de Dios, nosotros sabemos cuál es
la voluntad del Padre para nosotros. ¡Él es un dador, no es un tomador! Jesús dijo: “No temas, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el
reino.” (Lucas 12:32) Es el
diablo quien es un ladrón. Él solo viene
para robar y matar y destruir. Pero Jesús vino para darnos vida, y vida en
abundancia. (Ver Juan 10:10)
Jesús satisfizo cada necesidad y sanó toda enfermedad
que fue presentada delante de Él, y en la cruz, Él dio Su propia vida. Él nunca tomó nada a la gente que vino a Él. Y la Biblia dice que quien ha visto a Jesús ha
visto al Padre.
(Ver Juan 14:9)
Amado, tu Padre
celestial quiere que tú sepas hoy que Él
es quien te da todas las cosas buenas. Y si Él
ya nos ha dado lo mejor del cielo —Jesús, “¿cómo
no nos dará también junto con Él todas las cosas?”
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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