Por tanto, tenía que ser hecho semejante a Sus
hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y
fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer
propiciación por los pecados del pueblo.
Hebreos 2:17
En el Antiguo Testamento, la posición de los israelitas como nación ante
Dios estaba envuelta en la situación de su sumo sacerdote. Lo que el sumo sacerdote era delante de Dios, era toda la nación delante
de Dios.
Si el
sumo sacerdote había pecado, él traía culpa sobre su nación, y Dios rechazaba a
toda la nación, sin importar cuán respetuosos de la ley o cuán fieles eran para
rendir sus sacrificios.
Por el
contrario, si su sumo sacerdote era hallado sin culpa y agradable a Dios, Dios
aceptaba a toda la nación, incluso si la gente era pecaminosa.
Desafortunadamente,
los sumos sacerdotes de Israel a menudo fracasaban porque como cualquier ser
humano, eran imperfectos.
Gracias
a Dios que hoy, tú y yo tenemos a Jesús
como nuestro Sumo Sacerdote, quien es 100 por ciento hombre y 100 por
ciento Dios. Como nuestro Sumo
Sacerdote, Su posición ante Dios siempre es correcta. Jesús es siempre aceptable y agradable para el Padre. Por lo tanto, no podemos perder nunca nuestra aceptación de parte de Dios, porque
como nuestro Sumo Sacerdote, Jesús sólo trae justicia a Su pueblo.
En el
cielo ahora mismo, Jesús, nuestro Sumo
Sacerdote está sentado a la diestra de Dios Padre. (Romanos 8:34) Esto significa que Dios no se fija en ti. Él mira a Jesús. Si Jesús es bueno, tú eres bueno. Si Jesús es
aceptado, tú eres aceptado. Si Dios ve a Jesús perfecto, entonces Él te ve a ti perfecto. Si Jesús es justo, entonces tú eres justo. ¡Y sabemos que Jesús, nuestro Sumo Sacerdote es bueno, aceptado, perfecto y justo,
lo que significa que es así como Dios
nos ve!
Mi
amigo, tú no puedes perder tu posición
correcta porque Jesucristo es tu Sumo
Sacerdote. Para perder tu posición, Jesús tiene que perder su posición
primero. Pero nosotros sabemos que tenemos en Jesús un sumo sacerdote que es
perfecto y que no puede fallar. Así que, tú no necesitas tener miedo nunca o
estar consciente de tus faltas cuando te presentas delante de Dios. Ya que tu
posición está completamente envuelta en Jesús, tu Sumo Sacerdote, tú puedes
venir a Dios confiadamente y recibir de Él todo lo que necesitas!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince
Pensamiento
Del Día
Dios nos ve de la forma en que ve a Jesús nuestro
Sumo Sacerdote —bueno, aceptado, perfecto y justo.
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