Sino que Dios ha escogido lo necio del mundo, para
avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar
a lo que es fuerte.
1 Corintios 1:27
Cuando estás enfrentando
una situación muy difícil, ¿buscas automáticamente los medios más poderosos
para resolver el problema? Bien, mi
amigo, eso no es pensar en la forma en que Dios piensa. La
Biblia nos dice que a Dios le complace usar lo que el mundo considera débil,
necio, básico y despreciado, para reducir a nada a lo que es fuerte.
“¿Qué tienes
en tu mano?” Preguntó Dios.
“Una vara,” respondió Moisés.
Y con esa vara, él realizó milagros y confundió el poderío de Faraón.
“Cinco panes
y dos peces,” dijo el muchacho. Y con el almuerzo de ese muchacho, Jesús alimentó
a 5,000 hombres, y Sus discípulos recogieron 12 canastas llenas de sobras.
“La quijada
de un asno,” dijo Sansón. Y con eso, él mató a mil filisteos, que eran enemigos
del pueblo de Dios.
“Cinco
piedras y una honda,” dijo David, el joven
pastor. Y con una de esas piedras y la
honda, él derribó a Goliat, el poderoso campeón filisteo.
En una conferencia
reciente para pastores de habla hokkien (dialecto del sur de China muy
utilizado en el sureste asiático), el Pastor Mark, nuestro pastor para los
servicios en mandarín y hokkien, se dio cuenta de cómo su habilidad de
conversación en hokkien palidecía en comparación al hokkien refinado y nítido
que hablaban los otros pastores allí.
Sin embargo, a Dios le complace
usar el hokkien coloquial del Pastor Mark, para guiar a Cristo a muchas
personas que hablan este dialecto, especialmente ancianos.
Muchos de estos ancianos
están testificando que por primera vez en sus vidas, ellos han sido completamente liberados de sus temores
a las enfermedades debilitadoras, a la soledad, a las supersticiones
profundamente arraigadas, a las maldiciones generacionales, a los embates de la
vejez, e incluso a la muerte.
Mi amigo, no desprecies lo que parece débil e
insignificante para el mundo. ¡Dios
puede usarlo para derribar a los gigantes en tu vida!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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