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domingo, 12 de agosto de 2018

¡Déjala Ir!


… No te enviaré ninguna de las enfermedades que envié sobre los egipcios; porque Yo, el Señor, Soy tu sanador.
Éxodo 15:26
Después de cruzar el Mar Rojo, los hijos de Israel llegaron a un lugar llamado Mara.  Las aguas ahí eran amargas.  Es por eso que el lugar se llamaba Mara, que significa “amargo”.  Los israelitas no pudieron tomar nada de esa agua, así que el Señor convirtió las aguas amargas en dulces. (Éxodo 15:23-25)  Luego, Él sacó el tema de las enfermedades de Egipto, y por primera vez, se reveló a Sí Mismo a Su pueblo como “el Señor, tu sanador.
¿Por qué el Señor de repente mencionó las enfermedades del mundo (en la Biblia, Egipto representa al mundo), en un lugar llamado “amargo”?  ¿Qué tienen que ver las enfermedades con las aguas amargas?  Yo creo que es porque Él quiere que Su pueblo sepa que la causa mayor de las enfermedades en sus cuerpos, ¡es albergar amargura y resentimiento!
Hace algunos años, una dama me compartió sobre su hermana que había muerto de cáncer a temprana edad.  Ella me dijo: “Pastor Prince, unos años antes de que ella falleciera, pasó por un proceso de divorcio muy amargo.  Ella tenía mucha amargura contra su ex–esposo.”  Luego, me preguntó: “¿Existe relación entre la amargura y el cáncer?”
He estudiado el tema de sanidad durante muchos años.  He leído muchos libros.  He escuchado muchos sermones y me he sentado bajo la cobertura de varios ministerios de sanidad.  Todos ellos dicen la misma cosa: Si tú tienes falta de perdón en tu corazón durante mucho tiempo, esa falta de perdón algunas veces puede convertirse en enfermedades en tu cuerpo.
Así que, si tú has estado amargado por algo o por alguien, ¡es tiempo de dejarlo ir!  Tu salud, gozo y vida, son muy importantes.  Si ya estás enfermo y sabes que la amargura tiene algo que ver con eso, ¡déjala ir!  Mira a Jesús como tu sanador.  Él está contigo hoy en tu lugar de amargura y te está diciendo: “Hijo mío, Yo puedo convertir tus aguas amargas en dulces.  Yo Soy el Señor, tu sanador.”
Mi amigo, ¡deja ir todo y permite que Jesús sane no solo tus enfermedades, sino también tu corazón lastimado!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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