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martes, 28 de agosto de 2018

El Latir del Corazón Del Hijo Por Ti


Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
3 Juan 1:2 (RVR60)
Digamos que tú ahora estás en tus noventas.  Alguien viene y te pregunta: “Señor, usted ha sido cristiano desde hace mucho tiempo.  Ha visto mucho y ha hecho mucho con Dios de su lado.  Ha hecho todo tipo de oraciones también.  Así que, ¿qué pondría usted como prioridad máxima cuando ora por las personas?”
Yo creo que al apóstol Juan se le hizo una pregunta similar y su respuesta fue: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”  Cuando el apóstol Juan escribió su tercera carta, él ya era un hombre mayor y probablemente el único de los primeros 12 discípulos que todavía estaba vivo.  Había pasado mucho tiempo desde que caminó por última vez junto a su amado Señor, y desde que fue testigo de Su crucifixión, resurrección y ascensión.
El apóstol Juan también se había recostado sobre el pecho del Señor en la noche de la Última Cena.  Y yo creo que ahí sobre el pecho del Señor, él debe haber sentido el latir del corazón del Hijo de Dios —ese latir amoroso y compasivo que le hacía ir “haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo”. (Hechos 10:38)  De hecho,  dos tercios del ministerio de Jesús en la tierra, tuvo que ver con sanar a los enfermos.
Y ahora, cerca del final de su vida y después de todo lo que había oído, visto y experimentado, el apóstol Juan prioriza, sobre todas las cosas, la salud y la prosperidad integral.  Él dijo: “yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”  Él conocía el latir del corazón del Señor.  Él sabía que el Señor quería y siempre va a querer esto para Su pueblo.
Jesús priorizó la salud divina durante Su ministerio en la tierra.  Y Jesús, quien es “el mismo ayer, hoy y para siempre (Hebreos 13:8), hará lo mismo para ti hoy.  Su corazón sigue latiendo por ti.  ¡Él nunca va a perder una oportunidad para hacerte el bien, para sanar tu corazón roto, tus heridas emocionales y tu espíritu abatido, y para bendecirte!
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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