… Yo, el Señor, Soy tu sanador.
Éxodo 15:26
¿Sabías que el primer
nombre compuesto que el Señor le reveló a los israelitas después de que
salieron de Egipto fue Jehová Rapha, el
Señor tu sanador? Fue como si les
estuviera diciendo, que mientras ellos comenzaban su nueva vida con Él, Él ya los había sanado de todas las
enfermedades y dolores que sufrieron cuando estuvieron cautivos en
Egipto. De hecho, cuando Él los sacó de
Egipto, “no hubo en sus tribus enfermo.” (Salmos 105:27, RVR60)
Hoy, así como los
israelitas fueron liberados de su cautividad en Egipto y de la esclavitud de
Faraón, tú también has sido liberado de
la cautividad del pecado y la enfermedad, y de la esclavitud del diablo, por la
sangre del Cordero. Y el Señor, quien es el mismo ayer, hoy y
para siempre, continua diciéndote: “Yo,
el Señor, Soy tu sanador.”
Una miembro de la
iglesia, que estaba experimentando dolor en su vientre durante varios meses, vio a Jesús como su sanador incluso
cuando fue al médico, quien le realizó un estudio de ultrasonido en el vientre. Cuando éste le dijo que tenía dos tumores
grandes y varios quistes de sangre en su vientre, ella continuó viendo a Jesús como su sanador. El doctor había examinado su sangre para
saber si los tumores eran cancerígenos.
Tres días después, ella
vio al doctor nuevamente, quien le dijo que los tumores no eran
cancerígenos. Y no solo eso, sino un
segundo estudio de ultrasonido mostro además que todos los quistes y uno de los
tumores, ¡habían desaparecido
completamente! El otro tumor también
se había encogido. A pesar de que ella había tomado
medicamentos, el doctor le dijo que basado en el tamaño original del tumor,
debían haber pasado meses para que se redujera tanto. Él le comentó que esta había sido la sanidad más rápida que él había
visto.
Amado, si el doctor te
ha dado un diagnóstico médico malo en cuanto a tu salud, no te desesperes. Mira a
Jesús y espera la sanidad para tu cuerpo.
Él es el mismo ayer, hoy y para siempre.
Él sigue siendo Jehová Rapha —¡el
Señor tu sanador!
Viendo a través de los ojos
de la fe,
Joseph Prince
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