Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en
la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, habiéndonos
perdonado todos los delitos.
Colosenses 2:13
Déjame hacerte una
pregunta que Jesús le hizo a los fariseos: “¿Qué
es más fácil, decir [al paralítico]:
‘Tus pecados te son perdonados,’ o decir: ‘Levántate y anda’? (Lucas 5:23)
En el contexto de
ministrar a un paralítico, decir: “Tus
pecados te son perdonados”, es probablemente más fácil. ¿Por qué?
Porque tú no necesitas una manifestación evidente para probar que
sus pecados son perdonados. Sin embargo,
cuando le dices: ‘Levántate y anda’,
él tiene que levantarse y caminar,
¡o te hará quedar como un tonto! Así
que, eso hace que decir ‘Tus pecados te
son perdonados” sea más fácil
que decir ‘Levántate y anda’.
La verdad es que, lo que parece más difícil para el
hombre en lo natural, no lo es para Dios.
Con Dios, la sanidad física es claramente “más fácil”, que el perdón de
pecados. Esto último es el “más difícil”
y más grande milagro, porque requirió que Dios enviara a Su amado Hijo para
llevar sobre Él todos nuestros pecados y derramar Su sangre en la cruz.
Sin embargo, cuando nos
toca enfrentar que uno de nuestros seres queridos está siendo atacado por el
cáncer, o somos aplastados por montañas de deudas luego de estar sin trabajo
durante un largo tiempo, nos resulta difícil
creer y decir que Dios ya nos ha dado el rompimiento que necesitábamos, más
que creer y decir que nuestros pecados han sido perdonados. Decir que nuestros pecados son perdonados parece más fácil que decir que Dios ya
nos ha dado el milagro de sanidad física, el rompimiento financiero
sobrenatural o el favor divino para nuestra próxima entrevista de trabajo.
Pero ya que Dios ha hecho el “más difícil” y más grande
milagro de “haber perdonado todas tus
transgresiones”, ¡no hay nada que Él no vaya a hacer por ti! (Romanos 8:32)
De hecho, si piensas que hay algo que Dios está reteniendo de ti, ¡estás dando a entender que ese algo, es
más grande que el perdón de pecados que Jesús murió para darte! Pero nada puede ser más grande que el perfecto
sacrifico de Jesús.
Así que, escucha al
Señor diciéndote hoy: “Tus pecados te
fueron perdonados. Tú tienes aceptación
perfecta delante de Dios. ¡Levántate y
se sano! ¡Levántate y camina en salud,
sabiduría, favor, protección y plenitud!”
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph
Prince
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