Medita En
Aquel, pues, que os suministra el
Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o
por el oír con fe?
Gálatas 3:5
Una
vez, cuando yo había terminado de predicar, una joven pareja se acercó a mí
para compartir su testimonio. La señora
había sido sanada de leucemia y de cuatro tumores que había en su cerebro. Su novio, un médico recién graduado de una Universidad
de Sídney, Australia, vio sus exámenes médicos y lo confirmó. Le pregunté al novio cómo era que ella había
sido sanada y me dijo que era simplemente por escuchar mis mensajes!
Mi
amigo, el Dios que hace maravillas entre nosotros, ¿lo hace por el oír con fe o
por las obras de la ley? Es por el oír
con fe –escuchando y creyendo. Las obras
de la ley no pueden darnos milagros, pero si el oír con fe. La Biblia dice que por la locura de la
predicación, Dios te sozos. Es decir,
Él te salva, te sana, te bendice y te da plenitud (1a Corintios
1:21).
Por
ejemplo, cuando Pablo estaba predicando en Listra un hombre lisiado que estaba
escuchando al apóstol tenía fe para ser sanado. Todo lo que Pablo tuvo que hacer fue decirle a
gran voz: “¡Levántate derecho sobre tus pies!” Y el hombre saltó y anduvo (Hechos 14:10).
Amado,
no sacrifiques el escuchar por el hacer. En el Antiguo Testamento, los israelitas
hicieron el becerro de oro de pendientes de oro. El oro en la Biblia habla de
divinidad, y los pendientes de escuchar. Juntos hablan de audición divina. El becerro es un animal de trabajo. En otras palabras, al adorar al becerro de
oro, los israelitas estaban adorando al dios del trabajo y sacrificando la
audición divina por el hacer. Eso es lo
que muchos Cristianos hacen hoy día. Se enfocan en el hacer y sacrifican el
escuchar.
Así
que, no caigas en esta trampa. Tus obras
o esfuerzos propios no pueden salvarte o llevar a cabo el milagro que tú
necesitas. Sólo sigue escuchando y
meditando sobre lo que Jesús ha hecho por ti. Cree en el evangelio y descansa en la obra
terminada de Jesús. La fe te dará el
poder para levantarse derecho sobre tus pies, caminar y saltar en victoria!
Bendiciones,
Joseph Prince
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