Medita En
Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su
padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo
besó… Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traed la mejor ropa y
vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; y traed el
becerro engordado, matadlo y comamos y regocijémonos; porque este hijo mío
estaba muerto ya ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”. Y comenzaron a regocijarse. (Lucas 15:20, 22–24)
Una de las parábolas más
hermosas de la Biblia es la Parábola del Padre del Hijo Pródigo. (Lucas 15:11–32)
Muchos comentaristas la llaman la Parábola
del Hijo Pródigo, pero el verdadero héroe de esta historia es el padre y su amor por sus dos hijos. Es una parábola que Jesús utilizó hábilmente
para revelarnos el verdadero corazón de nuestro Padre celestial, amoroso y lleno de gracia.
Por favor toma unos
minutos para leer la parábola completamente, y mientras la lees, considera
esto: ¿Cuál es tu opinión de Dios, especialmente cuando has cometido una equivocación?
¿Lo ves como un juez todopoderoso,
distante e insensible que se enoja siempre que fallas y que constantemente
tiene que ser apaciguado? ¿O lo conoces
como tu Papá, tu Padre Abba al que
puedes correr en cualquier momento, incluso cuando has fallado? ¿Lo puedes ver esperando inquebrantable y
pacientemente que tú regreses a Él, y luego corriendo por el camino para
encontrarte, con lágrimas sobre Su rostro, abrazándote y cubriéndote con Sus
besos?
Mientras estudiaba la
Palabra, el Señor me reveló que muchos creyentes han llegado a un lugar en donde
han olvidado a su Padre celestial. Se
han olvidado de Su amor, Su gracia y Su amorosa bondad. Ellos se relacionan con Dios de manera
judicial y transaccional, se presentan ante Él con aprensión y temor, le
presentan sus faltas y se retiran rápidamente antes de recibir el castigo y la
condena que ellos creen que legalmente merecen de Él. Lo perciben exclusivamente como un Dios de
santidad, justicia y juicio —Su rostro duro y firme, Sus poderosos brazos
cruzados en insatisfacción y desaprobación. Ellos ven a un Dios que se disgusta
fácilmente, que rápidamente se enoja, que permanentemente se decepciona de
ellos y que está impaciente por que aplaquen Su ira.
Esta creencia
equivocada de quién es realmente Dios ha llevado a muchos a sentir temor,
culpa, depresión e inseguridad. Y es por
eso que es sumamente vital que nosotros podamos ver el corazón del Padre como nos lo ha revelado Jesús en esta
parábola eterna.
Amado, ¿ves Su corazón
amoroso atento de ti? Hay un vacío en
nuestros corazones que solo puede ser
llenado por el amor del Padre. Yo creo
que si tú permites que el Padre entre a
tu corazón hoy y te llene con Su amor perfecto, tú vas a encontrar la
alegría, la confianza, la realización y la libertad que has estado buscando en
la vida.
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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