Medita En
“Él no ha observado iniquidad en Jacob, ni ha visto malicia en
Israel…” (Números 23:21)
Aprende a ver lo que Dios ve. Echa un vistazo más de cerca a lo que Dios
dice en el versículo anterior y solo haz una pausa por un momento. ¿Había iniquidad en Israel? (Cuando Dios usó la palabra “Jacob” aquí, se estaba refiriendo a
todos los hijos de Israel). ¿Hubo algún
pecado en Israel? ¿O todo el mundo en el
campamento era perfecto?
Si desde la cima de la
montaña, hicieras un acercamiento enfocado en el campamento de Israel, no es
difícil imaginar que una gran variedad de imperfecciones, pecados, iniquidades
y maldad estaban presentes en todo el campamento. Pero la pregunta es, ¿lo vio Dios?
Mira Números 23:21
otra vez. Nota que Dios no dijo que no
había pecado o iniquidad en Su pueblo. Él simplemente dijo que Él no lo vio. De la misma manera, Él no está diciendo que no
hay pecado en ti. Lo que Dios dice es: “Yo
no lo veo”.
Espera un momento,
¿cómo puede un Dios infaliblemente santo no ver pecado en mí?
Mi amigo, esto es
porque esos mismos ojos sagrados vieron todos tus pecados castigados en el
cuerpo de Jesucristo. Tus pecados fueron
castigados hasta la inexistencia.
En el campamento
israelita, aunque había iniquidades, pecados y maldad, Dios no vio ninguno de
ellos debido a que la sangre de toros y cabras que ellos ofrecían diariamente
al Señor cubría a los hijos de Israel. Cuánto
más cierto es esto para nosotros hoy, nosotros que hemos sido lavados para siempre por la sangre del
Cordero de Dios, Jesucristo, nuestro hermoso Salvador.
Bajo el antiguo pacto,
los israelitas disfrutaron de una cobertura temporal a través de los
sacrificios de animales, pero para nosotros, la expiación y el pago de
todos nuestros pecados por Jesucristo, es
eterno. Es por eso que Dios no
observa iniquidad, ni pecado en ti, ni ha visto maldad en ti. Cuando Dios te mira hoy, Él te ve como un hijo
o hija justificado, perdonado, sanado, favorecido, bendecido, aceptado y amado,
debido a la cruz de Jesús.
Ahora, ¿te ves como
Dios te ve?
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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