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viernes, 6 de diciembre de 2019

Perseguidos Por Dios

Medita En
Y tenía que pasar por Samaria. Llegó, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar… y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”.  (Juan 4:4–7)
Quiero animarte a leer la asombrosa historia de la mujer samaritana en Juan 4.  Considerada una mujer con un pasado turbio, ella fue objeto de chismes en su pueblo y probablemente fue rechazada por ser una destructora de hogares, una “ladrona de esposos”.  Ahora, la suya no es una historia ficticia.  Ella era una persona real, como tú y yo.  Sus problemas y dolor, como muchos de los nuestros, eran reales y la acosaban todos los días... ¡hasta que se encontró con un Salvador muy real!
A pesar de la costumbre de los judíos de ese tiempo, de evitar cualquier contacto con los samaritanos, a quienes percibían como inferiores espiritualmente, Juan registra que mientras Jesús viajaba de Judea a Galilea, tenía que pasar por Samaria”. (Juan 4: 4, NTV)  Haz una pausa conmigo y piensa en estas palabras por un momento: Tenía que hacerlo.  Necesitaba hacerlo.  Debía hacerlo.  ¡Palabras que hablan no solo de necesidad, sino que subrayan una resolución constante e incluso urgente!  Jesús había programado deliberadamente una cita divina con la mujer en el pozo, aunque ella no sabía nada al respecto.
Sabemos por el relato que esta mujer solitaria y marginada, tuvo una conversación transformadora con Jesús en el pozo.  Pero no te equivoques —no fue ella quien buscó a Jesús para hablar con Él.  Fue el Salvador quien persiguió a aquella a quien los otros rechazaron.  ¿Sabes que Él todavía hace eso hoy?
¿Tienes un pasado del que te avergüenzas?  ¿Estás luchando por superar algo que sabes que te está destruyendo?  ¿Te sientes completamente solo y sientes que nadie entiende el dolor que estás pasando?
Quiero que sepas que Jesús no ha cambiado.  Tal como lo fue para la mujer samaritana, el Salvador amoroso es también tu ayuda segura en momentos de angustia. (Ver Sal. 46:1, NVI)  Él conoce el sufrimiento, la vergüenza y las luchas que estás atravesando en este momento.  E incluso si lo que estás pasando es consecuencia de malas decisiones y acciones equivocadas, Él no te deja ni te abandona.  ¡No, mil veces no!  Él incluso sale del camino para tener una cita personal contigo, para restaurarte y rescatarte.  El hecho de que tú estés leyendo esto ahora es una confirmación de que Jesús se está acercando a ti con Su amor, gracia y perdón.
Habla con Él como lo hizo la mujer.  Prueba y toca Su gracia y compasión por ti, como ella lo hizo.  Y como ella, descubre el perdón, la libertad y la fuerza de Jesús para que puedas caminar hacia un nuevo futuro brillante.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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