Medita En
“Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido
perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama.” (Lucas 7:47)
La historia de ella es desgarradora. En el relato de la Biblia, a esta mujer se le
describe como “una pecadora”. (Lucas 7:37) Muchos creen que ella era una prostituta. Cuando
ella se acercó a Jesús, Él no la apartó, ni la humilló, ni la condenó por sus
pecados. Él sabía cómo la culpa la había
estado comiendo por dentro y tenía compasión por ella.
Al acercarse a Jesús, ella
comenzó a llorar. Luego, ella lavó Sus
pies con sus lágrimas, se los secó con su cabello y los ungió con un ungüento
precioso que le había costado el salario de todo un año. Sin dudarlo, ella derramaba su perfume a los
pies de Jesús y lo adoraba.
En respuesta, Jesús
dijo que aquellos que conocen y creen
cuán abundantemente Dios realmente los ama y los ha perdonado, terminarán
amando mucho a Dios. En pocas
palabras, a aquellos a quienes les ha sido
perdonado mucho, aman mucho. A aquellos
a quienes les ha sido perdonado poco, aman poco. Es por
eso que el énfasis del nuevo pacto no es sobre tu amor por Dios; es sobre el
amor de Dios por ti.
¿Puedes ver que tu
amor por Dios en el nuevo pacto nace de una relación genuina y auténtica con
Él? No se trata de una exhibición denigrante
que nace del miedo al castigo o de la obligación religiosa. Bajo la
gracia, nosotros podemos amar a Dios porque Él nos amó primero. Es por
eso que las personas bajo la gracia se convierten en las personas más santas
que jamás conocerás. ¡Su santidad fluye de su relación de amor
con Jesús! Ellos han experimentado Su
amor incondicional de una manera íntima y personal que los transforma. Ellos solo quieren vivir vidas que glorifiquen
y honren el nombre de Jesús.
Amigo, a todos se nos
ha perdonado mucho, pero muchos no lo saben y no lo creen. Renuncia a tratar de superar tus propias
fallas, errores, adicciones y ataduras, imaginando que Dios requiere esto de ti
antes de que puedas presentarte ante Él. Cuando falles, acércate a Jesús con valentía y
confianza como lo hizo esa mujer. Siéntete
libre de llorar en Su dulce presencia y simplemente adorarlo. Derrama todo lo que está en tu corazón sobre
Él. No te preocupes, Él no acumulará más
culpa y condenación sobre ti. Él te recordará la cruz y te dirá: “Tus
pecados ya están perdonados. Yo ya pagué
el precio de tus pecados en el Calvario. Descansa en Mi perdón y amor por ti”.
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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