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sábado, 14 de diciembre de 2019

¡Nada Significa Nada!

Medita En
Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.  (Romanos 8:38–39)
A menudo escucho a la gente decir: “¡El amor de Dios es incondicional!”  Pero en el momento en que fallan, de repente, el amor que una vez dijeron que era incondicional se vuelve dependiente del comportamiento.  Muchos creen que Dios los ama cuando hacen el bien, pero deja de amarlos en el momento en que hacen algo malo.  ¡Bueno, voy a romper esa creencia equivocada en pedazos, usando la verdad de la Palabra de Dios!
Si bien nuestro amor por Dios puede fluctuar, Su amor por nosotros siempre permanece constante.  Su amor por nosotros se basa en quién es Él y no en lo que nosotros hacemos.  Me encanta lo confiado y enfático que es el apóstol Pablo cuando dice: ”Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Rom. 8:38-39)  En la versión Reina Valera Revisión 1977 dice: ”Porque estoy persuadido…”
¿Estás tú persuadido y convencido en la manera en que el apóstol Pablo lo está, de que, como hijo de Dios, nada, ni siquiera tus pecados, tus fallas y tus errores, pueden separarte del amor de Dios?  No te dejes llevar por lo que sientes, piensas o te han enseñado.  La Palabra de Dios proclama en términos claros que nada puede separarte de Su amor.  ¡Nada significa nada!  Su amor por ti no es dependiente de tu comportamiento inmaculado.  Él te ama incluso en tus fallas.  ¡Por eso se llama gracia!  Es el favor inmerecido de Dios, favor no ganado y del que no somos dignos.  Si pudiéramos merecer la gracia de Dios, entonces ya no sería gracia.
Entonces, la próxima vez que hagas algo mal, sujétate firme de Su amor incondicional.  Recibe Su amor nuevamente y tendrás el poder para superar ese fracaso —y cada lucha— cada vez.
Viendo a través de los ojos de la fe,
Joseph Prince

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