Medita En
Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
(Romanos 8:38–39)
A menudo escucho a la gente decir: “¡El amor
de Dios es incondicional!” Pero en el
momento en que fallan, de repente, el amor que una vez dijeron que era
incondicional se vuelve dependiente del comportamiento. Muchos creen que Dios los ama cuando hacen el
bien, pero deja de amarlos en el momento en que hacen algo malo. ¡Bueno, voy a romper esa creencia equivocada
en pedazos, usando la verdad de la Palabra de Dios!
Si bien nuestro amor
por Dios puede fluctuar, Su amor por
nosotros siempre permanece constante. Su amor
por nosotros se basa en quién es Él y no en lo que nosotros hacemos. Me encanta lo confiado y enfático que es el
apóstol Pablo cuando dice: ”Porque
estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús
Señor nuestro.” (Rom. 8:38-39) En la versión Reina Valera Revisión 1977 dice:
”Porque estoy persuadido…”
¿Estás tú persuadido y
convencido en la manera en que el apóstol Pablo lo está, de que, como hijo de
Dios, nada, ni siquiera tus pecados, tus fallas y tus errores, pueden separarte
del amor de Dios? No te dejes llevar por
lo que sientes, piensas o te han enseñado. La
Palabra de Dios proclama en términos claros que nada puede separarte de Su
amor. ¡Nada significa nada! Su amor por ti no es dependiente de tu comportamiento
inmaculado. Él te ama incluso en tus
fallas. ¡Por eso se llama gracia! Es el favor
inmerecido de Dios, favor no ganado y del que no somos dignos. Si pudiéramos merecer la gracia de Dios, entonces
ya no sería gracia.
Entonces, la próxima
vez que hagas algo mal, sujétate firme
de Su amor incondicional. Recibe Su
amor nuevamente y tendrás el poder para superar ese fracaso —y cada lucha— cada
vez.
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
No hay comentarios:
Publicar un comentario