Medita En
Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de Él,
volviéndose entre la gente, dijo: «¿Quién ha tocado Mi ropa?» Y Sus discípulos
le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: «¿Quién Me ha tocado?» Pero
Él miraba a Su alrededor para ver a la mujer que le había tocado. Entonces la
mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y
se postró delante de Él y le dijo toda la verdad. Y Jesús le dijo: «Hija, tu fe
te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.» (Marcos 5:30–34)
¡En la sanación de la mujer con el problema de
flujo de sangre, se podría decir que la mujer se escabulló detrás de Jesús y “robó”
su sanidad! ¿Pero ofendió eso a Jesús?
¡De ninguna manera! De hecho, Él estaba tan complacido con su confianza
que solo quería conocerla.
Jesús no la buscaba
para reprenderla. No, Él la buscó para poder afirmarla con Su
amor y asegurarle que Él no estaba enojado con ella por haber tomado de Él una
parte de la virtud sanadora. Es por eso
que Él incluso la llamó “hija” y la animó a caminar en su sanidad —“Vete en paz y queda sana de tu aflicción”.
Amado, ese es el corazón de tu Salvador. Él
entrega libremente Su virtud sanadora a cualquiera que tome de ella. ¡Así que estírate para alcanzarlo, toma de Él
ahora mismo y dale placer a Su corazón!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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