Medita En
Cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a Él por detrás entre la
multitud y tocó Su manto. Porque decía: “Si tan solo toco Sus ropas, sanaré.”
Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en Su cuerpo que estaba
curada de su aflicción. Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido
poder de Él, volviéndose entre la gente, dijo: “¿Quién ha tocado Mi ropa?”…
Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había
sucedido, vino y se postró delante de Él y le dijo toda la verdad. Y Jesús le
dijo: “Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.” (Marcos 5:27–34)
“Yo no creo tener suficiente fe para ser sanado.”
Amigo, no se trata de
que tú midas cuánta fe tienes. Ese trabajo
es el departamento de Dios. Todo lo que tú
necesitas hacer es simplemente ver cuán bondadoso
es Dios contigo.
La mujer con el
problema del flujo de sangre no decía: “Yo debo tener fe. Yo debo tener fe...” No, ella no estaba consciente de su fe (o de
su falta de ella). Ella estaba consciente de Jesús y Su bondad. ¿Cómo? Ella
escuchó acerca de Jesús. Ella debe haber escuchado todo acerca de Su bondad hacia los enfermos y los
oprimidos, y cómo Él los sanó y los liberó
a TODOS.
Ella simplemente vio a
Jesús en Su gracia, y Jesús vio la fe
de ella y la afirmó —“Hija, tu fe te ha
sanado”. Amado, solo enfócate en la gracia de Jesús. ¡Pon
atención en cómo Él sanó a TODOS sin discriminación y mantente escuchando acerca
de Su bondad!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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