Inspiración de Gracia
Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: “Mujer, has
quedado libre de tu enfermedad.” (Lucas 13:12)
Cuando tienes una necesidad, ¿tú oras o
suplicas? ¿Comienzas tus oraciones con
palabras como: “¡Por favor, Dios, por favor! ¡Dios, te ruego que tengas misericordia!”
Las oraciones a manera
de súplica y ruegos implican que tu Padre celestial no está dispuesto a
hacerlo. Sin embargo, Él es mucho más bondadoso y está más dispuesto a darte, de
lo que tú estás dispuesto a pedir, pensar o imaginar. (Ver Efesios 3:20) Él
desea por sobre todas las cosas que tú seas próspero y que tengas salud, así
como tu alma prospera. (Ver 3 Juan 1:2)
De hecho, mucho antes de que tú tengas una
necesidad, Dios ya ha cubierto esa necesidad con Su provisión. Mucho antes de que tú supieras que necesitabas
un Salvador, Él envió a Su Hijo para ser tu Salvador. ¡Este es tu Dios! Él es
un Dios bueno. Así que, cuando tú le
suplicas algo, en realidad le estás diciendo que sabes que Él está reacio a darte
algo y que necesitas persuadirlo con insistencia para que Él decida actuar a tu
favor. Sin embargo, Él no es así.
Jesús conocía el corazón del Padre. Cuando Él vio a la mujer atada con un espíritu
de enfermedad, Él no oró: “¡Oh Padre! ¡Ella
ha estado sufriendo durante 18 largos años! Te suplico, Padre, ten piedad de ella. ¡Por favor, por favor sánala! No, cuando Jesús la vio, Él inmediatamente anunció:
“Mujer, has quedado libre de tu
enfermedad,” porque Él conocía el
corazón del Padre. Él sabía que el Padre quería que ella fuera
liberada de su condición de incapacidad.
Al final de un
servicio religioso, yo no me paro y oro: “Oh Dios, por favor bendice a Tu
pueblo. Oh Dios, guárdalos. ¡Oh Dios, dales de tu gracia! En cambio, yo anuncio o proclamo: “El Señor te
bendiga. El Señor te guarde. ¡El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti
y tenga de ti misericordia!”
Amado, cuando tú ores, anuncia tu sanidad,
protección y provisión con la seguridad de que el corazón de tu Padre está
desbordando de amor por ti. Y cuando tú lo
declaras, Él lo autoriza. Cuando tú lo
declaras, ¡Él lo establece!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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