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jueves, 2 de abril de 2020

DÍA 2: NO REQUIERE PERFECCIÓN


DÍA 2

Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él. 2 Corintios 5:21
Siendo un joven cristiano, fui víctima de una defectuosa enseñanza legalista basada en la interpretación errónea de la enseñanza del Apóstol Pablo acerca de la Santa Cena en 1 Corintios 11:27-30: 
“De manera que el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor.  Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba de la copa.  Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí.  Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre vosotros, y muchos duermen.
Fui enseñado y prevenido, como tal vez tú lo fuiste, de que si había algún pecado en mi vida, incluidos los que yo no conocía o había olvidado confesar, ese pecado me hacía indigno de participar de la Santa Cena.  ¡Yo traería juicio y enfermedad sobre mí mismo e incluso podría morir antes de tiempo!  Pero, ¿cómo podría yo saber si era lo suficientemente “digno”?  Yo no estaba viviendo en pecado ni nada de eso, pero sabía que para Dios, el pecado es pecado y si alguien falla incluso en una sola área, se le considera culpable de todo. (Santiago 2:10)  Como resultado, yo tenía tanto miedo de la Santa Cena, que no participé de ella durante muchos años.  Después de todo, yo no era tonto.  ¿Por qué iba a arriesgarme?
Me robaron mi herencia debido a una predicación bien intencionada pero errónea que puso una cerca invisible alrededor de lo que debía ser una fuente de salud y sanidad, y una bendición para el pueblo de Dios.  Se colocó una cerca que decía: “No te acerques a menos que seas digno.”
No seas robado como yo fui.  Esto es lo que la Palabra de Dios dice: la sangre de Jesús fue derramada por nosotros, y como creyentes, nosotros somos la justicia de Dios en Cristo. (2Cor. 5:21) Nosotros somos completamente justos y dignos, no porque seamos perfectos, sino porque Él es perfecto.  Él pagó el precio completo por el perdón de nuestros pecados, lo cual nos hace dignos por sí solo.  Su sacrificio en la cruz nos ha calificado completamente para recibir Su sanidad y victoria sobre el pecado y sobre todo tipo de esclavitud que nos está robando la salud y la vida.
EL PENSAMIENTO DE HOY
Si bien el pecado es destructivo y ciertamente estamos en contra del pecado, nosotros no tenemos que ser perfectos para venir a la mesa del Señor.  Si ese fuera un prerrequisito, ¡nadie podría participar!  Gracias a Dios que incluso cuando fallamos, nosotros tenemos “redención mediante Su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de Su gracia.” (Efesios 1: 7)
LA ORACIÓN DE HOY
Señor Jesús, gracias porque en Ti yo soy la justicia de Dios.  Gracias porque por Tu regalo de justicia para mí, yo estoy completamente perdonado, con cada pecado pagado.  Tú me has hecho digno de participar de la Santa Cena, así que yo vendré gustosamente y sin temor, y recibiré sanidad, vida y todo lo que Tú tienes para mí. Amén.
—Joseph Prince 
Devocionales “El Poder Sanador De La Santa Cena”

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