Inspiración de Gracia
… María ha escogido la parte buena, la cual no le será
quitada. (Lucas 10:42)
Si Jesús viniera a tu casa, ¿qué harías? ¿Le pedirías que se siente y luego comenzarías
a servirlo? ¿O te sentarías y
comenzarías a tomar de Él? ¿Dejarías que
Él te sirviera y te llenara?
Jesús entró en la casa
de dos hermanas, Marta y María. (Ver Lucas 10:38) Marta vio Su cansancio. Ella sabía que Jesús había estado caminando muchas
millas, que anduvo haciendo el bien, sanando a los enfermos y satisfaciendo las
necesidades de la gente. Obviamente, Él
estará cansado, pensó, así que lo vio como alguien a quien debía cuidar.
María, sin embargo,
vio más allá del cansancio externo de Jesús hacia Su divinidad. Ella
vio que Él era alguien de quien ella necesitaba tomar. Y al hacer eso, ella lo hizo sentir como Dios
—el Salvador que había venido a servirla y no a ser servido por ella. (Ver
Mateo 20:28) ¡Jesús incluso la elogió
por elegir la mejor porción!
Nuestras mentes
humanas simplemente encuentran eso difícil de creer. Algunas personas me dicen: “Pero pastor
Prince, la Biblia dice que es más bendecido dar que recibir.” (Ver Hechos
20:35) Cuando se trata del hombre, eso
es cierto. Pero cuando se trata de Dios, Él quiere dar. De hecho, a menos que tú aprendas a recibir de
Dios, no tendrás nada que darle al hombre.
¿Qué hermana le dio a
Jesús el banquete más dulce y lo llenó? ¿Marta,
que estaba ocupada preparando comida para Él? ¿O María, que se quedó quieta y se tomó de Él
profundamente? Fue María. Ella
hizo que Jesús se sintiera en Su gloria divina. Ella
permitió que Jesús fuera el dador, que fuera Dios.
Al igual que Marta, nosotros
siempre invertimos los roles. De alguna
manera pensamos que Dios necesita nuestro servicio, pero en realidad, Él quiere llenarnos primero. Los oídos y el corazón de María eran más
preciosos para Jesús que las manos y los pies de Marta.
Nosotros usamos
nuestros oídos y corazones para tomar de Jesús. Usamos nuestras manos y pies para servirle, y
hay un lugar para eso. Pero nuestra percepción y apreciación de la
plenitud divina de Dios son más valiosos para Él que todo el servicio que
podemos entregarle. Y cuando tú tomas de Él, no puedes evitar convertirte en un gran dador y
servidor.
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince
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