Inspiración de Gracia
Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tu oído a
mis razones; que no se aparten de tus ojos, guárdalas en medio de tu corazón.
Porque son vida para los que las hallan, y salud para todo su cuerpo. (Proverbios 4:20-22)
Dios nos ha dado una manera segura de recibir las respuestas a
nuestros problemas y dificultades. Esta
es Su palabra. Cada respuesta o solución
que necesitamos se encuentra en la Biblia.
Sin embargo, muchos
cristianos no están caminando victoriosamente en ciertas áreas de sus vidas. Esto se debe a que el diablo continuamente
libra una guerra de distracción contra ellos. Se las ha arreglado para alejarlos de la única
cosa que puede darles la victoria —la Palabra. Y hará
todo lo posible para evitar que ellos abran la Biblia porque él sabe que la
Palabra los liberará.
La distracción puede
ser muy sutil: muchas cosas para hacer, muchos programas de televisión que te
interesan, o puede tomar la forma de un gran problema que te hace sentir que
necesitas enfocar toda tu atención en ello. El
enemigo sabe que si él puede lograr que apartes tus ojos de la Palabra de Dios,
él puede evitar que ganes la batalla.
Cuando atraviesas un
momento difícil, no es suficiente saber que la respuesta de Dios al problema
está “en algún lugar en la Biblia.” Encuentra la escritura en la que Dios
ha prometido la solución. Medita en ella hasta que la verdad de
esa escritura te sea revelada. Cuando haces esto, ningún demonio o diablo podrá
evitar que esa palabra de Dios dé fruto en tu vida.
Incluso Jesús Mismo
usó la Palabra para vencer al diablo en el desierto —“Escrito está, ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios.’”
(Mateo 4: 4). La manera de
derrotar al enemigo es con “Escrito está...”
Amigo, no hay
sustituto para la Palabra escrita. Dios nos dice que encontraremos vida y
salud si prestamos atención a Su Palabra y la guardamos en medio de nuestros
corazones. Así que, entra en la
Palabra y deja que las promesas de Dios moren en ti.
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince