"Y la sangre os será por señal en las casas donde
estéis; y cuando Yo vea la sangre pasaré sobre vosotros, y ninguna plaga vendrá
sobre vosotros para destruiros..."
Éxodo 12:13
En la noche de la
primera Pascua, muchos de los hijos de Israel probablemente estaban
ansiosos. Imagina a un israelita
preguntando a otro, de manera nerviosa: “¿Has escuchado que el ángel de la
muerte pasará sobre nosotros esta noche?”
“¡Si! Se nos dijo que pongamos la sangre del
cordero en los dinteles de las puertas de nuestra casa y todo va a estar
bien. ¿Será verdad?”
Como los israelitas, tú
puedes estarte preguntando: “¿Será realmente posible que la sangre pueda
protegerme? ¿Cuánta sangre tengo que
poner en mis dinteles? ¿Me herirá el
ángel de la muerte si siento temor?”
Mi amigo, no agregues
nada a las condiciones que Dios ha dado.
Él dijo: “Cuando Yo vea la sangre pasaré sobre vosotros, y
ninguna plaga vendrá sobre vosotros para destruiros.” Él no
dijo: “Cuando Yo vea la sangre, y vea su entendimiento, sus esfuerzos, su
obediencia, su fidelidad y que se rehúsan a rendirse ante el temor, entonces
pasaré sobre vosotros.”
Es solamente la sangre de Jesús la que te libera. Si tú crees
que es por tu fe, entonces siempre vas a estarte preguntando: “¿Tendré
suficiente fe?” No mi amigo, es solamente Su sangre la que salva. ¡Y cuando Dios ve que tú ves que es solamente
la sangre la que salva, Él llama a eso fe
en la sangre, y toda plaga pasará sobre ti!
Dios quiere que sepas
que es solamente la sangre de Jesús la
que salva, porque cada vez que pienses que tu liberación depende en parte
de Dios y en parte de ti, no tendrás
paz en tu corazón. Pero cuando comprendas que es solo la sangre la
que salva, tendrás paz inquebrantable.
Fue la sangre la que salvó a los hijos de Israel del destructor esa
noche de Pascua, y hoy sigue siendo la
sangre la que salva. Y todo lo que
tú necesitas hacer para aprovechar la sangre es decir: “Padre, te doy gracias
porque que la sangre de Jesús por sí sola, me cubre y cubre a mi familia. ¡Ningún mal, plaga o desastre me sucederán a
mi o a mi familia, a causa de la sangre!”
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince