El Señor iba delante de ellos, de
día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una
columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche.
Éxodo 13:21
Cuando los hijos de
Israel anduvieron errantes en el desierto, Dios
los guió yendo delante de ellos en una columna de nube durante el día y una columna
de fuego durante la noche.
Durante el día, Dios
extendía la columna de nube como una
cobertura sobre Su pueblo en el
desierto, para prevenir que el sol
abrasador los hiriera y los debilitara.
El pueblo estaba cubierto por Su
sombra y se mantenían frescos. Hoy, tú
también estás bajo Su cobertura. Él no
va a permitir que tú seas derribado (Salmo 121:3-8), ni que seas oprimido por el “calor” del día. (Isaías 54:14)
Durante la noche, cuando
el desierto se volvía oscuro y frío, Dios le daba a Su pueblo la columna de fuego para iluminar su camino,
y para mantenerlos cálidos y seguros. Hoy,
mientras tú caminas con Dios, no
serás abrumado por los lugares fríos y oscuros de la vida, porque la
Palabra de Dios dice: “Porque todos
vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas”.
(1 Tesalonicenses 5:5) Y no temerás el terror de la noche,
ni la pestilencia que anda en tinieblas, porque Dios te librará de ellas. (Salmos 91:5-6)
Como los hijos de
Israel, quienes solamente necesitaban dirigir
su mirada hacia arriba y poner sus
ojos en la columna de nube y la columna
de fuego, todo lo que tú necesitas hacer hoy es dirigir tu mirada hacia arriba y
poner tus ojos en Jesús. Cuando
necesites Su dirección en una
situación, busca a Jesús quien tiene para ti palabras de vida eterna.
(Juan 6:68) Cuando veas síntomas de
enfermedad en tu cuerpo, busca a Jesús
quien llevó todas nuestras enfermedades
y nuestras dolencias. (Mateo 8:17)
Cuando los hijos de
Israel fueron mordidos por serpientes en el desierto, Dios le dijo a Moisés que
hiciera una serpiente de bronce y la colocara en un poste —una figura de Cristo siendo juzgado en la cruz. (Juan 3:14) Aquellos que pusieron su mirada en la
serpiente de bronce en vez de ponerla en sus heridas, fueron sanados. (Números 21:9)
¡Aquel que pone su mirada en
Jesús vive!
Amado, pon tu mirada en Jesús. ¡Él es tu cobertura, tu protección y tu
liberación!
Viendo a través de los
ojos de la fe,
Joseph Prince